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Cargas de las que deshacernos en el nuevo año
A lo largo de la vida vamos acumulando experiencias de diferentes signos. Estas pasan a formar parte de nuestra “mochila”, de la que ya hemos hablado en alguna ocasión. La mochila que todos portamos está cargada con las cosas que hemos vivido y, a veces, también con las conclusiones que hemos sacado sobre ellas.
El comienzo del nuevo año supone para muchos una renovación. Nos despedimos del año viejo y dejamos atrás cierta versión de nosotros mismos. De alguna forma, queremos desprendernos de lo que ya no es útil, de lo que nos perjudica o de lo que ya no tiene significado para nosotros y aceptar una nueva oportunidad para cambiar.
En lugar de hacer un post sobre los propósitos tradicionales de Año Nuevo, hemos querido hacer una revisión de cuáles son esos sentimientos de los que deseamos (o quizá deberíamos) desprendernos. Esos sentimientos pueden ser muy primitivos pero también adoptar formas muy complejas. A menudo nos hacen sufrir y se quedan con buena parte de nuestra libertad.
Vamos a ir deteniéndonos en cada uno de ellos y reflexionando sobre por qué deberíamos sacarlos de la ecuación.
LA CULPA
Eterna compañera para muchos y maldita visitante ocasional para algunos, todos sabemos el efecto tan nocivo que tiene.
La culpa aparece cuando sentimos que hemos vulnerado o traicionado valores sociales, personales o culturales. De alguna manera, nace de una decepción con nosotros mismos y de la creencia de que podríamos actuar de otra manera. A veces, efectivamente, puede ser así, como cuando nos sentimos culpables por haber maltratado a un compañero, mentido o engañado. Otras, la culpa está relacionada con la idea de que otros no son felices por lo que nosotros hacemos, sentimos o pensamos, lo que nos lleva a plantearnos si necesitamos la aprobación de los demás para encontrarnos bien.
¿Cómo desmantelar la culpa?
Si tienes motivos reales para sentirte culpable, discúlpate. Pedir perdón es una expresión liberadora que le dice al otro que realmente no queríamos hacerle daño. Si las cosas han sido así, lo sentimos.
Piensa realmente quién es responsable en cada situación. Por ejemplo, si nos sentimos culpables porque nuestra madre se enfada al saber que pasaremos las Navidades con la familia de nuestra pareja… Podemos pensar que lo hemos hecho mal y por eso nuestra madre está enfadada, o tomar más perspectiva y valorar si nuestra madre podría tener una reacción más normal ante un hecho normal. Recuerda: a veces las cosas son complicadas porque las hacemos complicadas.
Aceptar y perdonar empieza por uno mismo. Puede que hayamos cometido errores, que nuestro comportamiento no haya sido siempre el mejor, o que realmente hayamos podido decepcionar a alguien que nos importa. En ese caso, juzga tu historia observando todos sus componentes, recuerda quién eras tú en ese momento, acéptalo y sigue adelante. Seguramente, en algún momento, puedas reconciliarte contigo mismo.
EL RESENTIMIENTO
Dejar atrás el dolor que otros no han causado no es sencillo. Ciertamente hay límites en lo que podemos soportar, pero una cosa es tomar decisiones para alejar a las personas que no nos hacen bien y otra vivir con el resentimiento.
Esta más que pesada carga entristece nuestra vida, nos hace desconfiados, cínicos a veces y no nos deja abrirnos verdaderamente a los demás.
Nadie dice que tengamos que, simplemente, superarlo. Está claro que enfrentarlo puede ser un proceso doloroso, pero nos llevará a un sitio diferente y podremos sanar. Hagamos las paces con el dolor y seamos conscientes de que, viviendo y estableciendo relaciones, podemos hacer daño a otros y otros pueden hacernos daño a nosotros. A pesar de eso, merece la pena perdonar y abrirnos a los demás.
LA MENTIRA
Todos mentimos, ¿verdad? Conocemos los diferentes tipos de mentiras y, aunque explicamos a nuestros hijos por qué no decirlas, seguimos utilizándola a diario, con pequeños excusa.
No queremos hablar ahora de esas pequeñas mentiras cotidianas, sino de aquellas cosas que intentamos ocultar de nosotros mismos, como nuestros defectos, nuestras decepciones… Todos tenemos puntos de oscuridad, pero eligiendo la mentira, le damos más control sobre nosotros.
Al final, aquello que no queremos que los demás vean o sepan, se amontona, nos lastra. Tendremos que cuidar de esas mentiras, quizá alimentarlas, protegerlas. Pero también tenemos la posibilidad de deshacernos de ellas, aceptando quienes somos, con sus luces y sus sombras.
Elena Sánchez-Porro Frías e Irene Albert Cebriá.
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