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Se ha hecho viral por recoger un montón de propuestas relacionadas con disfrutar de la vida, aprender de las experiencias, enfrentar cosas nuevas… Alejadísima de las tradicionales vacaciones de cuadernillo que todos conocemos.
Entre las tareas ineludibles para este verano, Cesare Catà incluye:
- Lee todo lo que puedas. Pero no porque tienes que hacerlo. Lee porque el verano inspira sueños y aventuras y leyendo te sentirás como las golondrinas al vuelo. Lee porque es la mejor forma de rebelión que tienes. (Si queréis una lectura sugerida, preguntadme).
- Baila. Quítate la vergüenza. En la pista de baile o en tu habitación. El verano es un festival y sería absurdo no formar parte de él.
¿Qué ha inspirado a este profesor para dejar de lado la tradicional lista de lecturas o el cuadernillo de matemáticas?
Seguramente, su intención sea la de respetar el tiempo de descanso de los chicos, al tiempo que los orienta aprender cosas nuevas de la vida con toda naturalidad.
El verano puede ser un momento estupendo para afianzar algunos conocimientos que se han quedado a medio camino durante el curso, claro, pero también debemos tener muy presente que el descanso es necesario para todos. Incluso cuando las notas finales no son maravillosas o el tutor opina que debe tomarse los estudios más en serio, hablamos de niños o chicos que han pasado nueve meses de trabajo continuado, de horarios estrictos, exámenes y pruebas.
Buena parte del aprendizaje ha sido establecido, programado, repetitivo y, a menudo, tiene que ver poco con los intereses reales del alumno. Por eso es buena idea alejarse de esto durante las vacaciones.
Flexibilizar los horarios puede dar a los pequeños una oportunidad para familiarizarse con el tiempo libre.
Muchos tenemos el recuerdo de los veranos de la infancia. Larguísimos, vividos planamente y muy significativos en nuestra vida. Puede que ese recuerdo tenga que ver con la cantidad de tiempo libre disponible para leer, explorar y aprender naturalmente o con un espíritu más lúdico.
También es muy conveniente que lo niños aprendan a aburrirse o a organizar su tiempo solos, así como a descubrir intereses propios, o sea, que no hace falta dirigirles ni tampoco tener el día planificadísimo para que resulte. Siempre podemos dejar que elijan qué quieren hacer con un poco de antelación. Así les permitimos usar su propio tiempo sin trastocar la rutina familiar necesaria.
El verano es un momento estupendo para trabajar otros hábitos y capacidades relacionados con la manera en la que se manejan en el mundo. Desde orientarse en el barrio o la ciudad, hacer nuevos amigos, quizá quedarse un poquito solos en casa si son algo mayores, estar con niños de otras edades o con los abuelos… Realmente, todo lo que nos vincula al mundo es un aprendizaje. Sirve igual ir a comprar el pan y pedirlo por favor, calcular el cambio, orientarse hasta casa, etc. que aprender a nadar o a montar en bici.
También cocinar es una estupenda actividad: se familiarizan con nuevos alimentos y sabores, calculan medidas y mezclas, aprenden vocabulario y no deja de ser un acto generoso que hará que se sientan orgullosos.
Si queremos trabajar destrezas escolares es mejor que nos centremos en que mejoren sus habilidades, no necesariamente sus conocimientos.
Por ejemplo, para repasar las matemáticas podemos centrarnos en hacer un par de ejercicios diarios prestando mucha atención al procedimiento: leemos el ejercicio, subrayamos lo importante, descubrimos qué nos preguntan, representamos los datos, elegimos las operaciones y resolvemos.
Si son las tablas lo que tenemos que repasar podemos ayudarnos de la tabla pitagórica o de la multitud de recursos que hay en internet, como tablas interactivas, canciones… Sin duda usarlas para fines que motiven a los niños, como calcular cuántas veces tendrán que ahorrar la paga para comprar un juguete, puede ser más efectivo.
Por supuesto, el verano es un momento estupendo para incentivar la lectura, que amplía el vocabulario, la comprensión, la reflexividad y muchas otras áreas. Una buena idea puede ser destinar algo de tiempo y dinero a visitar una librería infantil. Así podrán llevarse dos o tres libros que capten su interés. También es bueno tirar de la colección familiar, siempre que los libros escogidos sean adecuados a su edad y nivel de lectura. Queremos motivarlos, no abrumarlos.
Por supuesto, el verano es un momento para explorar. Podemos acercarnos a la naturaleza con nuestros prismáticos, los cazamariposas o los vasitos de muestras.
Como vemos, toda experiencia enriquece la vida de los niños, así que podemos estar abiertos y no desdeñar ninguna. Desde la vida casera a la agenda infantil de la ciudad, el verano de los niños está lleno de posibilidades.
Os deseamos a vosotros y a los más pequeños que tengáis alrededor, unas felices vacaciones.
Elena Sánchez-Porro Frías e Irene Albert Cebriá.
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