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La psicóloga Julia Shaw, autora de The Memory Illusion, nos descubre diferentes razones para tener cuidado a la hora de consultar nuestras imágenes mentales del pasado.
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La gente puede recordar los acontecimientos que nunca sucedieron.
En un experimento publicado en Psychological Science, Julia Shaw y sus colegas convencieron a los estudiantes universitarios de que eran culpables de un crimen imaginario. Además de contarles un evento verdadero y emocional de la vida de cada estudiante basado en cuentas de padres o sus cuidadores principales, los investigadores sugirieron un robo o asalto menor supuestamente cometido años antes. Después de una serie de entrevistas y ejercicios de visualización, el 70 % de los estudiantes transmitió detalles del incidente (“recordar” lanzar una piedra a alguien, por ejemplo). La sugerencia social puede producir resultados similares. -Tu familia podría decir que te llevaron a Disneylandia cuando eras una niña, cuando en realidad era tu hermana la que fue -dice Shaw-. Visualizar los detalles del viaje puede hacerte pensar que fuiste tú quien viviste eso.
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Todos los recuerdos son inexactos hasta cierto punto.
Tirar de memoria y recordar los diferentes acontecimientos de la vida no es un proceso perfecto; desde la percepción selectiva hasta los errores en la forma en que el cerebro almacena los recuerdos, nos hacen recordar el pasado con menos de precisión de la que creemos. “La mayoría de nuestros recuerdos son probablemente un poco falsos, como recordar que nuestro amigo usó un suéter azul en lugar de uno rojo en nuestro quinto cumpleaños“, dice Shaw. La emoción y la distracción también pueden nublar nuestra memoria: Cuando nos amenazan o nuestra atención se desvía de otra manera, la persona u objeto que ha capturado nuestra atención puede cegarnos los detalles periféricos de nuestros recuerdos
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La identificación de recuerdos falsos puede ser casi imposible.
Una nueva investigación sugiere que “si vemos videos de personas recordando recuerdos verdaderos y falsos, no podemos confiar en la diferencia“, dice Shaw. Puedes decantarte por tirar una moneda al aire y elegir uno u otro, porque será muy complicado que sepas diferenciar un recuerdo verdadero de uno falso. ¿Cómo podemos saber si nuestros recuerdos son inexactos o imaginarios cuando otras personas son incapaces de corregirnos? La comparación de nuestros recuerdos con los de otros tiene sus defectos, ya que la “corrupción” de la memoria afecta a todos. Por otra parte, los recuerdos falsos son fáciles de tomar valor si los recordamos con gran detalle: “A menudo suponemos que no hay manera de que una descripción compleja pueda ser ficticia“. La única forma verdaderamente confiable de corroboración, dice Shaw, es una evidencia clara: como fotos, correos electrónicos y mensajes de medios sociales que documentan eventos pasados.
PSICOLOGIA CLAVE: Elena Sánchez-Porro e Irene Albert Cebriá
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