Si hay un “must” que visitar en Sudáfrica, además del Parque Kruger, ese es la Península del Cabo, una península rocosa que generalmente sobresale unos 75 km en el océano Atlántico en el extremo suroccidental del continente africano.
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Es el principal parque natural de Ciudad del Cabo y va desde Table Mountain, en el norte, hasta la reserva de Cape Point y el famoso Cabo de la Buena Esperanza, pasando por las aldeas costeras de Hout Bay y la colonia de pingüinos de Simon´s Town. Playas infinitas, belleza escénica y paisajes naturales únicos en el mundo y acantilados frente al océano que te quitarán el aliento. ¿Qué más se puede pedir?
Día 7:
Amanecemos en South Beach Hotel, en el hermoso enclave de Camps Bay y a tan sólo diez minutos de Ciudad del Cabo. Cogemos el coche de alquiler y nos disponemos a recorrer la península. Primera parada Hout Bay, uno de los puertos pesqueros más activos de Sudáfrica. Rodeado completamente por montañas y el Océano Atlántico, aquí encontrarás un gran número de restaurantes donde degustar pescado y marisco recién pescado; tiendas de antigüedades y de arte y mercados los fines de semana. Desde el puerto podréis coger un crucero para avistar aves marinas y ver la colonia de lobos marinos del Cabo en Duiker Island.
Continuamos nuestra ruta hasta Noordhoek Beach por la famosa carretera de peaje (2€) de Chapman´s Peak drive. Con 9 kilómetros de longitud y 114 curvas entre acantilaados y montañas, esuna de las rutas costeras más bellas del mundo. La playa de Noordhoek tiene más de 8 km de largo y es la más virgen y mejor protegida de la costa del cabo atlántico. Allí podréis pasear a caballo por la playa o si sois muy valientes, daros un baño en su “fresca” agua o hacer surf.
Por fin llegamos al Centro de Visitantes de Cape of Good Hope Nature Reserve que pertenece al Parque Nacional de Table Mountain. La entrada cuesta 80R (5€). De ahí nos dirigimos primero a Cape Point, el lugar donde se unen dos océanos, el frío Atlántico con el cálido Índico. Imponentes acantilados de piedra, fynbos endémicos, peligrosos baduinos y diferentes caminos que te llevarán a playas espectaculares, así es Cape Point. Aquí tienes dos opciones para subir al faro: coger un funicular de apenas 600 metros o subir por un sendero disfrutando de las vistas. Nosotros escogimos la opción B. El antiguo faro se encuentra a 238 metros sobre las furiosas olas del mar y servía para que los barcos esquivasen este punto tan peligroso.
Nos dirigimos al Cabo de Buena Esperanza. Puede que no sea el punto más meridional de la Tierra, ese honor se lo lleva el Cabo de Agulhas, pero sin duda, te hará sentir como si estuvieras en el fin del mundo. Fue bautizado como Cabo de las Tormentas por Bartolomé Díaz pero el rey Juan II de Portugal lo cambió al actual para darle esperanza a los marineros portugueses en su camino hacia las Indias. Aquí podrás encontrar flora con plantas únicas en el mundo y fauna con más de 250 especies y Días Beach, una playa desética y un mar embravecido.
De regreso a Camps Bay paramos en Simon´s Town, un pequeño pueblo muy pintoresco y donde se encuentra la Playa de Bounders con su colonia de pingüinos. Hay muchas playas de postal en Ciudad del Cabo pero sólo una ofrece algo que el resto no tiene: pingüinos africanos. La entrada no es gratuita al formar parte del Área Marina Protegida del Parque Nacional Table Mountain, que se encarga de su limpieza y protección, pero la visita merece la pena.
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De camino a Camps Bay paramos a ver la la playa de St. James, que se encuentra en False Bay (Muizenberg), la enorme bahía de Ciudad del Cabo. Es una pequeña población costera, conocida por sus casas de colores en la playa y su piscina natural que tiene su origen en la época victoriana de Sudáfrica.
Ya en Camps Bay, descansamos un rato en el hotel y nos vamos a cenar a Paranga, un restaurante situado en el paseo de Camps Bay y con unas vistas espectaculares de la playa.
Día 8:
Hoy nos vamos a Table Mountain, el mayor atractivo turístico de Ciudad del Cabo. Es, desde el 2011, una de las siete maravillas del mundo y recibe ese nombre porque tiene forma de mesa. Hay dos opciones para subir a la cima: en teleférico o a pie por una ruta de senderismo que dura entre dos y tres horas. Nosotros optamos por coger el teleférico ya que teníamos las entradas ya compradas por internet. Los horarios varían según la época del año y su funcionamiento depende del clima meteorológico.
El precio es de unos R300 (16€). La cabina va girando según sube o baja con lo cual podréis disfrutar de todas las perspectivas posibles. Desde la cima destacan las panorámicas y espectaculares vistas de la ciudad y de sus alrededores. Os recomiendo que llevéis ropa de abrigo, porque aunque creáis que abajo hace calor, en la cima puede llegar a hacer frío y viento.
Siguiente destino: Ruta de los viñedos
Stellenbosch donde comenzaremos la Ruta de los viñedos.
Resto del viaje:
Sudáfrica: Hermanus, Gansbaai y Cabo de las Agujas
Sudáfrica: La ruta jardín Mosselbaai, Knysna y Storms River
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