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-El exceso de confianza puede llevar a la gente lejos-
Exceso de seguridad. Tan solo leer estas palabras puede ser irritante y, encima saber que a menudo funciona, irrita más si cabe.
Preferiríamos creer que, al igual que ocurre con el exceso de orgullo, aquellos que van por la vida con un exceso de confianza de forma confiada, acaban tropezando y cayendo, despejando el camino a aquellos que viajan a lo largo de su camino con una confianza nivelada y con humildad. Pero eso no es lo que normalmente pasa.
Investigaciones psicológicas se han preguntado por qué sucede esto. En concreto en una realizada en 2012 se concluyó que incluso cuando el exceso de confianza produce resultados insatisfactorios, el “encanto” que tienen estas personas provoca que acaben destacando, incluso ganado. El exceso de confianza puede no dar nada en sí misma cuando se evalúa a esa persona de una forma objetiva (un examen de física, por ejemplo), pero ese exceso de confianza hace que la persona tenga un don para seducir a la gente a tal grado que acaben ignorando los resultados a favor de mantener al “niño de oro” en un pedestal.
Esto finalmente se reduce a una cuestión de estatus. Entendiendo el estatus como una cosa o un producto, la persona con exceso de confianza es experto es crear y nutrir ese producto. Es decir, es una persona que sabe generarse un estatus social, nutrirlo y además ser capaz de desviar la atención de los demás de todo resultado mesurable. Esta es una conclusión sorprendentemente paradójica ¿verdad? ¿Cómo podemos ser repulsados y seducidos por la misma cosa? La pregunta se vuelve extraña a la luz de otro estudio que muestra cómo hasta la grosería obtiene un pase si la persona con un exceso de confianza ya ha “alquimizado” suficiente estatus.
En uno de los experimentos del mismo estudio del que venimos hablando, a los participantes se les enseñó dos videos:
- Un video en el que podían ver a un hombre sentado en una cafetería, quien puso los pies encima de otra silla, tiraba las cenizas al suelo mientras fumaba y le pedía al camarero la comida de una forma maleducada.
- Posteriormente vieron otro video, de otro hombre, en la misma cafetería, pero comportándose educadamente.
Los participantes calificaron al hombre del primer video con respecto al hombre del segundo video, como una persona capaz de tomar el control, con más facilidades para tomar decisiones. Estos mismos resultados prevalecieron en otros experimentos del mismo estudio: la gente tiende a calificar a los rompedores de reglas como más capaces de tomar el control y más poderosos que las personas que siguen una línea más normalizada.
¿Y cuál es el ingrediente esencial para creer que estas personas están por encima de las reglas? El exceso de confianza, por supuesto.
Estos estudios hacen que nos preguntemos cómo puede ser posible que acabemos cayendo a los pies de la desfachatez del exceso de confianza de estas personas. Y la respuesta es simple pero irritante, muy irritante. Las creencias se venden (si algo es verdad o no es verdad). En el caso de las personas con exceso de confianza, creen en su propia capacidad, aunque esta esté desproporcionada con la realidad, haciendo que esta creencia genere en los demás una energía infecciosa. El autoengaño es un poderoso medio para convencer al mundo de que vea las cosas a tu manera.
Tal vez no nos guste esta conclusión, pero es difícil argumentar que no está en evidencia alrededor de nosotros todos los días. Las personas que no creen en sí mismas -ya sea que esa creencia esté bien fundamentada o no- no son propensas a convencer a otros. Es de eso de lo que se trata la dinámica psicológica de la auto-eficacia: Si usted espera que otros piensen que usted es capaz, es mejor que lo creas tú mismo. Eso es tan cierto para una confianza sana como para su inflado alter ego.
Como te habrás venido dando cuenta, todos los estudios lo que nos vienen a decir es que el auto-engaño es un fertilizante muy potente de nuestro estatus. Cuando se envuelve esa creencia con personalidad, hace que otros quieran creer incluso cuando los resultados dicen que debería ser de otra forma. Estos resultados no hacen el tema menos enfurecedor, pero arrojan algo de luz sobre eso que a las personas con exceso de confianza les hace ser efectivos a pesar de su reputación.
PSICOLOGIA CLAVE: Elena Sánchez-Porro Frías e Irene Albert Cebriá
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