Retomamos aquí el post de la semana pasada sobre qué sucede cuando la vida nos pone a prueba y la pareja se desestabiliza de alguna forma.
Estamos explorando algunos ejemplos y viendo qué puede ayudarnos a afrontarlo mejor o a salir fortalecidos. La vida siempre nos presenta desafíos, así que merece la pena pensar en cómo podemos hacerles frente juntos.
CASO 3: Han aparecido personas importantes para el otro o para nosotros mismos
Lo esperable es que, a lo largo de nuestra vida, encontremos amistades que nos hagan sentir plenos y felices. Si tenemos un nuevo hobby con una dimensión social, seguramente encontremos personas con las que compartir facetas que no necesariamente compartimos con nuestra pareja.
¿Qué puede ayudar? Confianza e implicación
Sería pedir demasiado que el otro colmase por entero nuestra vida. Tendemos a pedirle a la pareja que sea buen amigo, buen padre o madre, buen esposo, buen amante y que además disfrute con todo lo que nos hace a nosotros disfrutar. No sólo no puede ser así, sino que no debe ser así. ¿Podríamos nosotros con ese listón tan alto? ¿No sentiríamos una presión muy difícil de manejar si fuéramos lo único que hace sentir pleno a nuestra pareja?.
Para neutralizar los sentimientos de amenaza, podemos recordar que, compartir un hobby o ser un gran compañero de trabajo, o un amigo estupendo para salir de fiesta no significa que el otro nos quiera escoger para ser su pareja y compartir la vida. Por otro lado, si percibimos que nuestro compañero se está sintiendo incómodo o violentado por una nueva persona en nuestra vida, incluyámosla. Dejémosle ver qué nos gusta de esa persona y ofrezcámosle compartirlo. La alianza, al fin y al cabo, es con nuestra pareja. Será el otro el que decida cómo quiere regular su relación.
Caso 4: Estamos cuidando de un familiar que atraviesa un mal momento o una enfermedad
¿Qué puede ayudar? Apoyo emocional y presencia
Esta es quizá una de las dificultades más importante que puede enfrentar una persona. El miedo, la preocupación y el cansancio van a aparecer. El sentimiento de responsabilidad puede ser muy grande. Muchas veces no se comprende y otras, el miedo a no ser comprendidos, a que el otro no entienda que debemos hacerlo así también se manifiesta. A veces, las personas que están cuidando necesitan únicamente que se les ayude a cuidar, en lugar de que alguien las releve o las salve de esa situación. Si le ofrecemos al otro un espacio para hablar donde le quede claro que estamos a su lado, donde resolver las pequeñas dificultades que van a ir surgiendo, la persona se siente reconfortada y querida, que es lo que necesita. Démosle un tiempo para ella misma y otro para estar con nosotros. Así sentirá que su vida no se limita a ser cuidadora. Al final de la experiencia se sentirá agradecida por cómo hemos intentado ayudar.
En resumen, esto es lo que queremos que suceda cuando afrontamos situaciones junto a otra persona: queremos que caminen con nosotros, que sean felices y sientan ilusión, a ser posible sin soltarnos la mano.
Os deseamos una feliz semana.
Elena Sánchez- Porro Frías e Irene Albert Cebriá.
Deja un comentario