Raquel del Rosario, a puñetazos contra un puma para salvar a su hijo: “Unos milímetros más y no lo hubiese logrado“.
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Raquel del Rosario evacuada de su casa en Malibú, destrozada por los incendios
A través de su cuenta de Instagram, Raquel del Rosario ha compartido con sus más de 200 mil seguidores el mayor susto de su vida. “Siempre he dicho en tono de broma que algún día, los ángeles de la guarda de mis hijos dimitirían por estrés. De camino al hospital con Mael herido en brazos me preguntaba si realmente el suyo lo había abandonado aquella mañana del 26 de agosto“, así comienza el texto que ha compartido en sus redes sociales. “’Unos milímetros más y no lo hubiese logrado’, fueron las palabras del doctor. Supe entonces que su ángel no se había ido, estuvo ahí, sosteniendo esos milímetros que separaban la vida de la muerte“, confiesa.
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Raquel cuenta cómo su hijo sale al jardín de su casa en California para ir a buscar fruta. “El grito que escuché segundos después aún sigue resonando en mi cabeza, al igual que la imagen que vi al girarme. Un puma se había abalanzado sobre él y lo hería ferozmente con sus zarpas“, relata. Sin pensárselo dos veces, fue corriendo a intentar salvar a su pequeño: “Inmediatamente dejé de percibir el mundo, aún hoy no logro entender como atravesé el jardín en milésimas de segundo o de dónde provenía la fuerza que me hizo golpear repetidamente al animal con mis puños hasta quitárselo de encima. Pedro apareció en ese momento, al igual que un segundo puma, logramos entrar en casa sin más incidentes, alertamos a los vecinos y salimos al hospital“.
“Mi corazón se rompió por completo cuando le vi salir de la cirugía. Toda la fuerza que aquella mañana me había invadido se esfumó dejándome completamente indefensa ante un dolor que desconocía por completo. Me invadió el miedo. Si alguien me hubiese dicho en ese momento viendo su estado, que tres días después saldría corriendo del hospital jamás lo hubiese creído“, cuenta.
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En la foto que acompaña al post publicado en su cuenta de Instagram se pueden ver algunas de las cicatrices que le provocó el puma a Mael: “‘Mami, ya no voy a volver a por la fruta para que no se enfade el tigre’, me dijo después de dejarle un recipiente con agua en la puerta a modo de disculpa“.
“Hemos ido transitando ese dolor, sintiéndolo y aceptándolo, sin huir de el. Refugiándonos una vez más en la naturaleza, impredecible como un animal salvaje o la erupción de un volcán, pero sanadora y mágica a la vez. La vida nos habla a través de acontecimientos que muchas veces escapan a nuestra comprensión, que nos invitan a soltar el control, nos sitúan en el ahora y nos recuerdan que nuestros hijos son un precioso préstamo de la vida, que su alma tiene su propio plan ante el que solo podemos otorgar amor y dedicación“, escribe cuando ya han pasado varios días del incidente.
Ahora Mael está recuperado, pero la cantante no olvida todo lo que sucedió aquel día. “Cuando regresamos a casa del hospital, el vecindario estaba lleno de camiones de prensa que cubrían la noticia. Me acurruqué en el asiento del coche mientras contemplaba la escena por la ventanilla y sentí estar viviendo una auténtica película. Los vecinos nos habían hecho llegar cartas, regalos, comida y demás detalles a casa. Las autoridades encargadas de controlar y proteger la vida salvaje estuvieron pendientes de nosotros en todo momentos y días más tarde vinieron a visitarnos a casa. Mael estaba fascinado y no paraba de contar y escenificar como había ocurrido todo. Es admirable como lo ha llevado y lo rápido que han ido sanando sus heridas“, asegura.
Para su sorpresa, días después descubrieron que el puma seguía agazapado en su jardín y las autoridades tuvieron que sacrificar al animal: “Nos hubiese gustado y me consta que a ellos también, que el desenlace con respecto al animal hubiese sido otro, pero esa decisión no nos correspondía a nosotros“.
Raquel del Rosario tampoco olvida otra escena que le tocó vivir, una que también preferiría olvidar: “Desde la ventana observé como el otro puma que resultó ser su hermano regresaba al jardín acompañado de su madre. Ella se posicionó junto al cuerpo sin vida de su hijo e intercambiamos una mirada de dolor que jamas olvidaré. No se pueden imaginar los sueños que he tenido con ella“… “Salí de casa con el corazón roto y un sinfín de sentimientos encontrados por todo lo sucedido, pero en aquel momento solo podía pensar en proteger a Leo y estar cerca de Mael, el eterno e irremediable amante de los animales“, concluye.
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