El verbo “aburrir” no suele gustarnos. Si, además, eres padre o madre y escuchas la frase: «¡Me aburro!», de boca de tus hijos, con ese tono lastimero que parece que se vaya a acabar el mundo, puedes llegar a echarte a temblar. La mejor manera de ser creativo es empezar por aburrirte. nos lo explica el neuropsicólogo Álvaro Bilbao, autor de “Cuida tu cerebro”.
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Con la llegada de la tecnología, algunos padres utilizan los smartphones o las tablets como tabla de salvación. De hecho, es sorprendente como niños y niñas de muy corta edad, interaccionan con las pantallas táctiles con destreza y habilidad. Como entretenimiento para un rato está bien, pero si aguantas un poco el tirón y te haces resistente al tedio de tus hijos e hijas, puedes sorprenderte de lo que aburrimiento puede hacer por su creatividad.
Cuando yo éramos niños y le contábamos a nuestras madres nuestro problema con el aburrimiento, ellas solían contestar: «Pues, cómprate un burro». Eso significaba que era nuestro problema y que nosotros mismos teníamos que solucionarlo y… ¡lo hacíamos!, ¿a que si?.
Una dosis de aburrimiento hace que utilicemos la imaginación para idear otras formas de entretenernos. Si los niños tienen muchas actividades extraescolares programadas, o bien, se entretienen la mayor parte de su tiempo libre con cosas que les hacen ser meros espectadores (como televisión o internet), no dejarán oportunidades para que su creatividad pueda tomar el mando en algún momento y ponerse a dibujar, cantar, bailar, buscar un juego que tenían olvidado, volver a divertirse con sus muñecos e inventar una historia, disfrazarse y actuar, etc…
El Dr. Álvaro Bilbao, en su libro: “El cerebro del niño explicado a los padres” de Plataforma Actual, nos dice que el aburrimiento es la madre de la creatividad y que los grandes genios creativos tuvieron su momento de hastío antes de sus creaciones.
¡Os animamos a que lo intentemos! Pero, con una condición: si vuestros hijos e hijas dibujan perros con tres patas, cantan sin entonar, se inventan palabras o reglas del juego y se disfrazan de algo imposible, aplaudidles. Como señala Álvaro Bilbao: “La imaginación de tu hijo puede llevarlo a cualquier parte que se proponga”.
¡No le cortes las alas!
¡Hasta el próximo post, psicoclinianos!
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