Estamos en uno de esos momentos que vivimos como un cambio de ciclo, como un momento en el que plantearnos nuevos objetivos en nuestra vida. Clásicos como: dejar de fumar y apuntarse a un gimnasio, son un ejemplo de esos propósitos que tenemos la mayoría de nosotros en mente. El cambio de año también es momento para poner a prueba nuestro optimismo o nuestro pesimismo… ¿Cómo conseguir llevar a cabo nuestro propósitos de año nuevo sin morir en el intento? Sigue leyendo…
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Muchas veces suenan frases del tipo: “este próximo año va a ser mejor” o “virgencita, virgencita que me quede como estoy”. No sabemos si las uvas del 31 de diciembre ejercen algún poder o influencia, pero desde luego a ellas viene unido el pensamiento de que por fin, con el año nuevo, vamos a ser capaces de hacer eso que siempre queremos hacer y nunca logramos.
Como decíamos, muchos de estos propósitos no son nada nuevo, todo es muy repetitivo y cíclico. El problema de plantearse estos mismos objetivos año tras año es que generan mucha ansiedad porque uno se plantea el conseguir algo muy importante que no ha hecho en mucho tiempo, en un año o menos.
Además se le suma la tensión de querer empezar el mismo día uno de enero… Día de resacas, empachos de comilonas, algo que complica el ponerse manos a la obra. El ver que ese día uno que queríamos empezar ilusionados, no hemos hecho nada de lo que nos proponíamos, nos hace pensar que no servimos, que no tenemos voluntad, que nunca conseguiremos eso que deseamos, etc. Pensamientos que en general dañan nuestra autoestima y consumen energía la cual podríamos estar utilizando para actuar y volver a intentar eso que queremos.
Esto nos indica que los propósitos no son algo de un día para otro. Llevan su tiempo y necesitan estar bien pensados y planificados. Ante todo, tienes que pensar en lo que realmente quieres y necesitas. Se nos mete en la cabeza que tenemos que salir a correr todos los días, pero: “¿realmente quiero hacer eso? ¿Realmente lo necesita mi cuerpo?. O, ¿me dejo llevar por lo que se lleva y quieren los demás?”.
Un truquillo para saber si realmente es algo que queremos hacer es pensar: “SI NADIE ME VIERA, ¿Estaría dispuesta a dejar de comer dulces?, o SI NADIE ME VIERA, ¿saldría a correr?” De este modo sabrás si es algo importante para ti, porque si no lo es, probablemente a los dos días te canses y lo dejes, volviendo a tu mente esos pensamientos dañinos de los que antes os hablábamos.
Otro obstáculo que nos encontramos cuando nos planteamos nuevos objetivos, es el tamaño de estos. Porque EL TAMAÑO SI IMPORTA. Por ejemplo, hoy en día escuchamos mucho lo de: “para el próximo año me propongo tener trabajo”. Este objetivo, tal y como está planteado, es muy grande. Hay una parte de ese propósito que sí dependerá de tu actuación y otra parte que depende de las demás personas, algo que tú no puedes controlar.
Expresado de esta forma, por mucho que te esfuerces, si no encuentras trabajo, la sensación de frustración e incapacidad será mayor. Y por supuesto, todo ello acompañado de pensamientos del tipo: “no valgo para nada”, “todo el mundo tiene suerte menos yo”, “es que no tengo voluntad”. Por lo tanto os proponemos marcaros objetivos más pequeñitos que dependan única y exclusivamente de lo que tú hagas. Por ejemplo: “para el próximo año me propongo buscar dos nuevas formas de buscar trabajo”.
Al fin y al cabo y para finalizar el último post del año, marcarse objetivos y cumplirlos se asemejan a una partida de cartas. Si te tocan malas cartas (algo normal con la que está cayendo con la crisis en nuestra sociedad), quizás lo único que puedas hacer es aprovechar esas cartas y jugarlas bien. Lo que no se puede hacer es tirar todas las cartas al principio de la partida. Es importante centrarnos en las oportunidades que tenemos, las pocas que sean aprovecharlas, es decir, jugar la partida baza a baza, conscientes de cada paso que damos. Aunque no sepas las cartas que te van a dar, si haces todo lo que está en tus manos, posiblemente tendrás más oportunidades de éxito en eso que te propongas. No es tan importante pensar si te van a ir bien o mal las cosas, o en este símil, si te va a ir bien o mal la partida de cartas, lo importante es como actúes, cómo juegues esa partida de cartas.
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