Es fácil hablar de la carga, cuando tú no la estás cargando
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Comencemos el post de hoy con una historia: “Le dice el hermano mayor al pequeño: creo que deberías ahorrarte problemas con todos, y sería mejor que no te casases. Papá dice, que por la forma en la que habla tu novia, supone que no ha recibido una educación muy adecuada. Mamá cree, que por la forma en la que viste, debe ser bastante chulita y derrochona. Nuestra hermana piensa, que por cómo te habla, debe ser muy celosa y se cree con aires de superioridad. Y yo, por como opinan todos, creo que tienen razón y creo que no debes casarte. El hermano pequeño le contesta: lo que decís todos, son solo suposiciones y puede que hasta sean ciertas. Pero lo que es seguro, es que ella tiene una gran ventaja frente a mí, no tiene la carga de esta familia”.
Somos muy dados a opinar sobre las vidas y actuaciones ajenas, independientemente de la carga que ya exista y que esas personas tengan y que nosotros desconocemos. Nuestros desaciertos y especulaciones sobre los demás, son los que representan la mayor pesadez para el otro. ¿A qué llevan las suposiciones? Hacer una suposición es dar por hecho algo sin molestarnos en buscar pruebas de que lo que estamos diciendo es cierto. Es buscar una explicación y a continuación reforzarla con sucesivos pensamientos y comentarios. El problema es que cuando suponemos, terminamos creyendo ese hecho y lo más grave es, que con el tiempo ni siquiera se recuerda el origen de tal información. Asique como podemos ver, es frecuente que una simple conjetura generada por la costumbre de hablar de los demás, termine transformada en un rumor falso y en definitiva en una mentira. Suponer, puede arruinar la reputación de otra persona, porque aunque tu enfatices que estas expresando tu opinión solamente y no un hecho, cuando tu declaración ha “echado a volar”, lo más probable es que se omita la parte en que dijiste que no estabas seguro; y algo sorprendente, aunque no comentes tus ideas con nadie más, de todos modos puedes crearte una imagen distorsionada de la otra persona, que hará que cambie tu actitud hacia ella, todo ello por una simple suposición.
Ya sea que mantengas un diálogo con otra persona o contigo mismo, puedes estar alimentando una mentira, una mentira dirigida a otra persona o a ti mismo. Aun si la mentira no es tomada como cierta, genera ciertas emociones que posteriormente son difíciles de borrar y aun si son borradas, siempre quedan cenizas que alimentarán la sospecha y una predisposición negativa. Piensa en las emociones que generan las siguientes suposiciones:
- Seguro que él, le está siendo infiel a su mujer
- Está exagerando, seguro que no está diciendo la verdad
- Como mi abuela tuvo cáncer, seguro que yo también lo tengo
¿Por qué siempre pensamos lo peor? Debido al instinto de supervivencia, tendemos a darle más peso a las noticias negativas. En nuestros antepasados, para poder seguir adelante y seguir viviendo, no era lo mismo decir: ¡cuidado con esa serpiente que es venenosa! que decir, ¡que atardecer más romántico! Es por eso que le damos más credibilidad a cosas que ponen en riesgo nuestra supervivencia en nuestro trabajo, en nuestro entorno, en la vida en general y que por lo general son negativas casi siempre porque van en contra de otro. En otras palabras, estamos “casi” (y digo casi porque es modificable) predispuestos de forma inconsciente a pensar lo peor de las otras personas.
En la mayoría de las ocasiones tendemos a suponer que muchas de las cosas que suceden tienen que ver con nosotros personalmente, aunque lo cierto es que por lo general ni siquiera figuramos en la historia. También tendemos a suponer que los demás saben o deben saber lo que nosotros deseamos y necesitamos o que los demás reaccionan igual que nosotros. Ninguna de estas suposiciones es productiva, y actuar basándonos en ellas, puede llegar a ser devastador para todas las personas involucradas, incluyéndonos nosotros mismos. QUE LAS SUPOSICIONES NO SUSTITUYAN A LA COMUNICACIÓN.
¿Qué hacer si te preocupa algo que hizo o dijo alguien y porqué y que puede afectar a tu trabajo o al día a día de tu vida? Es muy sencillo. Tan solo tienes que PREGUNTAR. Un diálogo con la persona implicada, siempre es más productivo que un diálogo interno o con un tercero o cuarto o quinto, pues te va a dar un mayor conocimiento y control sobre una situación. Si simplemente haces una suposición, le estas robando a la persona implicada la oportunidad de explicarse y darte su razonamiento. Cuando te cercioras de las cosas, puedes actuar protegido por una base de información confiable; si no te sientes cómodo preguntando directamente, tendrás que evaluar si es un asunto que realmente te incumbe, porque si no, ¿no sería mejor que dedicaras tu tiempo a otros asuntos? QUE LA SUPOSICION, NO OBSTACULICE TU CRECIMIENTO PROFESIONAL Y SOBRE TODO EL PERSONAL. Las suposiciones no siempre tienen que ver con el comportamiento ajeno, existen otra clase de suposiciones que pueden convertirse en un gran obstáculo en nuestro propio camino. Cuando damos por sentado que algo no se nos va a dar bien, o que nunca vamos a llegar a un nivel determinado o que algo no nos va a gustar, estamos construyéndonos un muro que nos bloqueará el paso a nuevas experiencias que aunque inicialmente nos resulten complicadas incluso estresantes, contribuirán a nuestro desarrollo. A veces asumimos que lo que venimos haciendo de forma rutinaria y tradicional son ineludibles, y que no hay otra manera diferente de hacer las cosas, esto aminora nuestra credibilidad y nos convierte en personas rutinarias y poco flexibles. En conclusión, deberíamos evitar las suposiciones porque nos muestran hacia los demás inseguros y poco confiables tanto para uno mismo como para los demás. Por el contrario te animamos a preguntar, averiguar y experimentar. Es probable que así también falles en ocasiones, pero es la única manera para crecer y demostrarte que eres consistente y creíble.
PSICOLOGIA CLAVE: Elena Sánchez-Porro Frías e Irene Albert Cebriá
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