La semana pasada ya veíamos dos razones que complican mucho el poder disfrutar las fiestas navideñas con los nuestros y dificultan incluso el “volver a casa por navidad”. Sigamos con otras razones que pueden justificar nuestra ausencia en muchas reuniones y eventos que se organizan en estas fechas:
3. HAY MIEMBROS DE LA FAMILIA QUE ESTÁN ENVEJECIENDO
Otro cambio de vida ocurre cuando la generación más vieja está demasiado cansada o demasiado frágil para mantener las tradiciones. Por mucho que quieran verte, por mucho que quisieran hacer lo que siempre han hecho, para ellos ese ajetreo es demasiado.
Esta es una transición que requiere más que un poco de tacto. Tu no quieres que se sientan abandonados o como si estuvieran dejados de la mano de Dios. Sin embargo, la cosa más amorosa que tanto niños como adultos pueden hacer es, ajustar la forma de celebración de las fiestas navideñas con los más mayores. Por ejemplo, sabemos los grandes banquetes que nos damos la cena de Nochebuena, algo que para el estómago de una persona mayor es difícil de soportar. A su vez, sabemos que esa noche nos vamos a la cama tarde, algo que también dificulta el descanso de los más mayores. Quizás es más sencillo que el día de Navidad u otro día hagáis una comida o un aperitivo con los más mayores, algo que no interrumpa y descoloque sus horarios y su forma de comer. No obstante, hable con ellos sobre los cambios que van a realizar con la suficiente antelación y explicándoselo para que ellos sean partícipes de esa decisión y no se sientan abandonados.
4. LA FAMILIA ES TÓXICA
Para algunas personas, el hogar nunca ha sido un lugar hogareño. Regresar cada año es un ejercicio de decepción, conflicto y dolor. Si el hogar es donde está el corazón, el hogar está donde quiera, pero allí no. Tal vez este año será diferente, pero probablemente no.
En ninguna parte está escrito que las personas que reciben abusos emocionales cada vez que van “a casa” tengan que seguir yendo a su casa año tras años porque lo dicen las costumbres, cuando realmente no se sienten bien allí. Lamentablemente, hay familias en las que los encuentros son una repetición de las interacciones tóxicas. Independientemente de las buenas intenciones, la vieja dinámica de la crítica, la competitividad, y los comentarios hirientes surgen en cuestión de horas, incluso minutos. Hemos trabajado varios casos, con clientes que luchan con la culpa y los remordimientos, ya que toman la decisión de limitar o eliminar las visitas de vacaciones obligatorias con personas que no hacen nada, por lo menos en Navidad para que esas fechas sean alegres.
5. TE ENCUENTRAS EN UN PROCESO DE RECUPERACIÓN
Si te encuentras en pleno proceso de recuperación por un problema de alcoholismo, abuso de drogas o un trastorno alimentario, y el resto de la familia no respeta tus esfuerzos, simplemente no es una buena idea ir a casa por Navidad. Especialmente en las primeras etapas de la recuperación. Ser invitado, incluso empujado, para tener “sólo un encuentro familiar” porque “después de todo, es una fiesta”, no es útil para tu sobriedad o en general para el problema del cual te estás recuperando. O si estás tratando con problemas de alimentación, puede que algún familiar te insista en comer más galletas navideñas o escuchar comentarios del tipo “come más que estás muy delgado”, algo que puede ser un disparador de la vergüenza, la ira y la auto-culpa. Si todavía sientes que estás lejos ene se proceso de recuperación, permanece en tu casa y no tengas miedo de decir que NO. U otra opción y si te sientes fuerte, tan solo acude a esas reuniones en donde te sientas apoyado. En estos casos, solo tú y nadie más que tú, eres el primero y el más importante para que la recuperación sea efectiva. No intentes complacer a los demás porque sea Navidad. Solo si te sientes fuerte para ello.
Cambiar cómo y dónde celebrar las fiestas no tiene por qué ser causa de una explosión. Con la previsión, el tacto, y tal vez algo de creatividad, sobre donde se pasa la última semana de diciembre por lo general se puede negociar. Sí, a veces no hay lugar como “hogar” para las vacaciones. Pero a veces el hogar es donde tú estás.
¿Te has sentido identificado con alguna de estas razones? ¿Existen otros motivos por los que no irías a casa por Navidad, pero te cuesta expresarlos? Cuéntanoslo.
PSICOLOGIA CLAVE: Elena Sánchez-Porro Frías e Irene Albert Cebriá
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