Se inicia el nuevo curso y la rutina se instala de nuevo. Algunos están deseando que los días vuelvan a su antiguo orden y otros se lamentan porque la espontaneidad de las vacaciones se acabó. De cualquier forma, septiembre es un mes propicio para fijarnos nuevas metas y trazar qué ruta queremos seguir este año.
En la televisión aparecen otra vez los anuncios que nos invitan a iniciar colecciones, a comprometernos con algo nuevo despertando nuestra ilusión. Sin embargo, casi todos tenemos la experiencia de tener el número 1 de la colección, quizá el 2, pero no llegar nunca más allá. Entonces, esa primera piedra de la colección de Gemas del Mundo se vuelve un recordatorio de nuestra pereza o de nuestra incapacidad de mantener la motivación.
Este ejemplo algo tonto nos sirve para profundizar en cuáles son los procesos y los mecanismos que generan y mantienen la llamada “fuerza de voluntad” y qué podemos hacer para que no nos abandone como de costumbre.
Quizá hayamos tratado ya este tema en alguna ocasión, pero la cantidad de post que aparecen sobre este mismo tema nos indica que muchos seguís lidiando con alcanzar vuestros objetivos.
Solemos pensar que se necesita un gran esfuerzo para cerrar un proyecto que dure más que unos días. Sin embargo, la parte más determinante es la inicial. Es en el primer momento cuando más oportunidades tenemos para maximizar nuestro éxito. ¿Cómo? La respuesta es eligiendo bien nuestros objetivos.
Si quiero algo realizable, puedo conseguirlo
Merece la pena pararse a analizar bien qué deseamos hacer. Detallarlo lo más posible y establecer un mínimo y un máximo. Así formamos una idea clara de lo que perseguimos. Después, lo lógico es analizar si realmente podemos llevar esto a cabo teniendo en cuenta nuestras circunstancias personales y las dimensiones del objetivo. Cuanto más delimitado esté más útil será. Por ejemplo, podemos haber pasado el verano de bronca en bronca con nuestros hijos y tener ahora la sensación de que queremos hacerlo mejor. Podemos incluso decir que querríamos ser mejores padres. Sin embargo este objetivo no está nada definido, es muy general y no sabemos en qué se concreta y no nos da ninguna pista de por dónde comenzar. Si lo transformamos en algo como “quiero que haya menos tensión en casa” ya estamos centrándonos en algo más manejable. Pero también se puede hacer mejor.
Pensando en positivo
Siguiendo con este ejemplo, queremos que haya menos tensión en casas, pero ¿todo el tiempo?, ¿entre todos los miembros de la familia?, ¿cómo lo haremos?
En este punto, lo mejor es transformar en positivo todos nuestros planteamientos.
Así, podemos decir que lo que queremos es “estar más relajados” y seguir añadiendo claves. Queremos, por ejemplo, estar más relajados durante el tiempo que pasamos juntos, para que haya más armonía y no surjan tan fácilmente las discusiones.
Como vemos, positivizar nuestros objetivos nos da más información y también motivos de más calidad para esforzarnos. Aquí van otros ejemplos:
Este año voy a dejar de ir de paquete con mis padres porque me siento muy atado, por este año voy a sacarme el carné de conducir para tener más independencia.
Quiero dejar de ver a mi exnovia porque me siento fatal cuando salimos juntos y veo que no hay solución, por voy a apuntarme a esa actividad para conocer gente nueva y tener más opciones para pasar mi tiempo.
Me matricularé en ese curso porque estoy harta de sentirme poco cualificada, por me matriculo para aprender algo nuevo que me lleve a otro nivel y mejore mi carrera.
El motor soy yo, puesto que no controlo lo demás
Como habréis deducido ya, el que enfrenta el cambio es uno mismo y nadie más. Ya sabemos que cambiar la conducta de otra persona, por muy positivo que eso vaya a resultar, no es posible. No es bueno centrar nuestros esfuerzos en que otro cambie quedarnos en ese rol pasivo tan desmotivante.
Por eso, cuando definamos los objetivos, nosotros debemos ser el principio y el final de ellos.
De la misma forma, tenemos que observar nuestros progresos con justicia y optimismo. Puede que otras personas no vean los cambios que hacemos en un primer momento, por lo que tendremos que asegurarnos de estar siguiendo nuestro plan. Resulta muy útil para ello tomar nota. Por ejemplo, puede que este mes no hayas conseguido ahorrar, pero si los dos anteriores ahorraste, simplemente vuelve al camino. No todo ha salido mal.
Por supuesto que habrá baches y momentos de desánimo, pero mantente concentrado y podrás conseguir lo que te has propuesto.
Elena Sánchez-Porro Frías e Irene Albert Cebriá.
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