Brillando con luz propia con un elegante vestido dorado, la Reina Máxima de Holanda asistió al tradicional concierto con el que se puso el broche de oro al Día de la Liberación.
La reina Máxima de Holanda cumple con precisión su agenda oficial. Si el miércoles la veíamos asistir al solemne acto conmemorativo en recuerdo de las víctimas de la Segunda Guerra Mundial, ayer, con la mejor de sus sonrisas presidía el concierto con el que se puso broche al Día de la Liberación.
El río Amstel de Ámsterdam se llenó de luz y color iluminando la noche de la ciudad con el concierto, que conmemora el fin de la ocupación alemana en 1945.
El concierto, que se celebra tradicionalmente a las puertas del Teatro Real Carré de la capital holandesa, contó con las actuaciones de populares artistas holandeses que conquistaron a la reina Máxima y al rey Guillermo de Holanda.
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