Ser pareja cuando no hay mucho tiempo para estar en pareja
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Comienza septiembre y nos absorbe el horario laboral. Nos enfrentamos de nuevo a los madrugones, a pasarnos media vida en el metro o a comer de pie. Para la mayoría, estas rutinas estresantes convierten el día a día en un frenesí y el fin de semana en el momento para disfrutar.
A veces es tanta la presión por aprovechar el tiempo libre que nos olvidamos de descansar y del placer de dejar pasar el tiempo. Así, como en un círculo vicioso, vuelve el lunes y nos sentimos agotados y vacíos. Nos resentimos nosotros mismos pero también las relaciones con la familia, con los amigos, y en especial, con la pareja. De esto vamos a ocuparnos hoy: cuando ir al cine se convierte en un deseo imposible y salir a cenar requiere nuestras últimas energías, disfrutar de la pareja parece más complicado que nunca.
Los pequeños momentos hacen la vida
Habitualmente se tiende a pensar en los planes de pareja como momentos espectaculares, sobre los que se depositan grandes expectativas y que suelen llevar bastante trabajo, como organizar una escapada romántica o preparar una fantástica cena. Sin embargo, sabemos que lo que nos hace felices en el día a día tiene más que ver con los pequeños detalles que con los grandes gestos. Por supuesto que es estupendo pasar el fin de semana fuera, sin preocupaciones y entregados el uno al otro, pero no subestimemos la importancia de despertarse de buen humor y desayunar juntos, por ejemplo. O recoger al otro en su trabajo. O ir juntos a hacer la compra. Cualquier momento se convierte en especial si somos positivos. Además le trasmitimos al otro que lo importante y lo divertido es estar con él, sin que importe demasiado el plan.
Recordar esto es especialmente útil en estos momentos, cuando las vacaciones han quedado atrás pero no el cariño y las ganas de estar juntos.
Sí a lo práctico pero con espacio para lo espontáneo
A muchos les ayuda que la vuelta a la rutina esté bien organizada. Sin duda facilita las cosas que nos repartamos las tareas o que los horarios estén bien definidos, especialmente cuando la pareja forma parte de una familia y hay que atender a los padres o a los hijos.
Claramente, la función de ayuda es muy importante dentro de la pareja. Cuando el apoyo efectivo se siente confiamos en el otro y sabemos que podemos delegar. Eso nos lleva a aprovechar mejor el tiempo y a tener la sensación de que funcionamos bien, de que somos un equipo. Sin embargo, también es frecuente que durante un día especialmente planificado, en el que cada uno tiene sus obligaciones y tareas muy claras, pase el tiempo rápidamente y sin que apenas nos veamos. Aumenta la sensación de estar haciendo cosas para cubrir objetivos. Esto puede funcionar muy bien en algunos momentos, pero conviene recordar que la meta no es sólo “sacar las cosas adelante”, sino disfrutar de la compañía del otro y sabernos acompañados.
Si queréis escapar un poquito del orden y la planificación, haced un alto cada cierto tiempo, preguntadle al otro si está bien, qué necesita… Como decíamos antes, no son necesarios los grandes gestos, sino los pequeños momentos. Tomar juntos el café de la mañana o dar un paseo por la tarde, especialmente cuando no se esperaba, puede ser muy reconfortante para los dos.
No es un deber, es un placer
Sucede también que, si llevamos tiempo caminando en paralelo junto al otro, sintamos que crece la distancia entre nosotros. En general, las parejas están preparadas para resistir los horarios de trabajo, las obligaciones, los momentos de cansancio…
No conviene convertir la idea de pasar tiempo juntos en una obligación más. Eso sólo nos llevaría a sentir más presión, a pensarlo como un problema. Si de verdad estamos preocupados por no ver mucho a la otra persona, hablémoslo. A veces basta con decir que nos gustaría quedarnos todo el día en casa con ellos, o volver al restaurante que tanto nos gusta en cuando haya tiempo. Pequeñas charlas que renueven el interés por el otro ayudan mucho. Dejan claro que seguimos estando ahí. Es cierto que a las palabras han de acompañarles hechos, pero, de nuevo, los pequeños detalles cuentan más. Quizás de esa conversación puedan salir planes perfectamente posibles para realizar hoy mismo o esta semana.
Recordad: para no soltarse de la mano, metafóricamente hablando, lo importante es demostrar que estamos ahí, que nos interesa el otro, que deseamos estar con él. Y después encontrarnos al final del día, o salir de compras, o dar un paseo, o planear una cena con los amigos, o guardar la mañana del domingo para pasarla en la cama, o …
Elena Sánchez- Porro Frías e Irene Albert Cebriá.
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