Isabel Preysler dice “basta” y estalla contra Mario Vargas Llosa: “Se reía de Tamara Falcó”.
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La versión de Mario Vargas Llosa
El secreto de la ruptura de Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, al descubierto
Isabel Preysler vuelve a ser la protagonista de la prensa del corazón…Y es que la socialité, que siempre se ha caracterizado por su saber estar y elegancia, parece haber llegado a un límite… Isabel Preysler dice “basta” y estalla contra Mario Vargas Llosa: “Se reía de Tamara Falcó”.
Y es que, si hay un línea roja que no está dispuesta a dejar que se traspase, es cuando están involucrados sus propios hijos. En este caso concreto, su hija Tamara Falcó: “No me voy a quedar callada si se meten con mis hijos, con ninguno de ellos”, asegura en la entrevista que publica este miércoles la revista ‘¡Hola!’, en la que deja claro que tiene un límite y no está dispuesta a que nadie lo traspase.
A pesar de que afirma que no está “ni resentida ni mentirosa, ni molesta ni enfadada, como han estado diciendo, nada de eso es verdad”, afirma la socialité, ante el revuelo mediático que se ha creado en torno a su ruptura con Mario Vargas Llosa. Y su aparente presunta reconciliación con su exmujer, Patricia Llosa.
Pero lo que no piensa permitir es que en medio de toda esta polémica se vean afectados sus hijos. Isabel lamenta que su ex pareja haya decidido involucrar a Tamara Falcó en toda la historia, y por ello ha dicho “basta”.
“Se reía de ella”
“Mario añadió dos párrafos a su famoso cuento en enero“, explica Isabel, refiriéndose al ya famoso cuento ‘Los vientos’, que el propio Vargas Llosa reconoció que tenía tintes autobiográficos, aunque después lo negó. En el relato, el escritor hablaba de “las islas Marquesas”, nombre dado en referencia al marquesado de Griñón, que Tamara heredó de su padre, Carlos Falcó. “Se reía de ella”, lamenta Preysler, asegurando que su hija “solo ha sido cariñosa y amorosa” con él.
Un relato en el que el escritor relata de manera, no muy sutil, algunos detalles que apuntaban a Tamara, mofándose entre otras cosas de su título culinario. Para su madre, todos estos ataques le parecen “muy bajo”. Y considera que se habrían traspasado todos los límites. “La filosofía comparte el departamento académico con teología y cocina. ¡Vaya mezcla! (…) Me muero de risa”, puede leerse en el citado relato.
En otro de los párrafos de su cuento podría hablar también de la afición de Isabel y su hija a los cuidados faciales y corporales. “Cuando yo les pregunté por qué se preocupaban tanto por las cremas, los ungüentos, los aceites, los noté incómodos, como si hubiera violado un terreno íntimo. Me confesaron que todo el dinerito que ganan con trabajos eventuales y las pensiones que recibían por el mero hecho de existir, los invertían en comprarse pastillas, lociones, tónicos…“, escribe en su relato.
Ahora es Isabel, cansada de los ataques “velados” del Nobel, la que responde de manera tajante, en un clarísimo intento por pararle los pies al que fue su pareja durante casi ocho años.
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