La pequeña localidad burgalesa de Frías ostenta el honor de ser considerada la ciudad más pequeña de España. Situada en la Comarca de Las Merindades, en la actualidad es un importante núcleo turístico que forma parte del territorio de Raíces de Castilla. Cuenta con un importante patrimonio monumental, y que se presenta como un destino ideal para estas vacaciones de Navidad.
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Pueblo de gran belleza, lo que le ha valido para formar parte de la lista de la Asociación de Pueblos más Bonitos de España. Pasear por sus calles y plazas significa embarcarse en un viaje en el tiempo que lleva a la Edad Media donde las damas, caballeros, campesinos, artesanos y monjes eran los auténticos protagonistas.
Castillo de Frías
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De gran valor estratégico y defensivo, situado sobre una peña que domina el Valle de Tobalina, se trata de uno de los castillos roqueros más espectaculares de Castilla. Se accede al interior por un puente levadizo de madera sobre un foso excavado en la roca y una pequeña puerta de arco ojival, pensada para una eficaz defensa que cuenta con almenas y troneras. Una vez traspasada esta puerta se llega al patio de armas en el que se situaban al norte la crujía de servicios, los graneros y la bodega y al sur la zona de la vivienda. En el centro del mismo todavía se conserva un aljibe.
El último reducto de defensa del castillo es la Torre del Homenaje que es independiente de la fortaleza. Majestuosa y siempre alerta, es el símbolo de Frías y forma, junto las casas colgadas, la estampa más reconocida de esta pequeña población. En el interior nos encontramos una estancia abovedada y una ventana con un arco característico de la última etapa de gótico y, sobre esta, la terraza almenada que nos regala unas increíbles y maravillosas vistas.
Y en la torre sur el antiguo reloj que durante siglos han marcado el paso de las horas y cuyos orígenes pueden remontarse a los siglos XVI o XVII.
Finaliza nuestra visita a esta magnífica fortaleza en las dependencias residenciales que contaban con dos estancias abovedadas situadas, como decíamos anteriormente, al sur de la construcción. Protegidas de los fríos vientos del norte, se conservan los ajimeces con capiteles románicos de finales del siglo XII o principios del XIII y decorados con imágenes de caballeros, así como otras figuras mitológicas.
Recinto amurallado y puertas
La muralla de la ciudad es inmediatamente posterior a la construcción del castillo, como demuestra un documento del año 1211 del Monasterio de Vadillo. Este recinto amurallado defendía toda la ciudad hasta la Iglesia de San Vicente, continuando después con una muralla baja que se unía a la Puerta de la Cadena, de la que sólo han sobrevivido algunos restos.
En la actualidad se conservan tres puertas de acceso a la ciudad: la de Medina, la del Postigo y la de la Cadena. La Puerta de Medina es la que se encuentra más próxima al Castillo e iba desde la Calzada Romana, junto al Convento de San Francisco, por una vía al oeste y bajo el Castillo. La Puerta del Postigo, cercana a la Iglesia de San Vicente, servía para hacer escapadas nocturnas y este uso quizá sea la razón de que presentara unas características especiales, pues era una portezuela bajita y estrecha. De la original solo se conservan las jambas, pues en el año 1997 se reconstruyó dándole una apariencia cercana a la Puerta de Medina. Por último, la Puerta de la Cadena que estaba unida al Paseo de Ronda y era la entrada principal al centro de la ciudad.
PUENTE MEDIEVAL
Con más de cien metros de largo, el puente medieval es uno de los monumentos más importantes de Frías y uno de los mejores ejemplares de puentes fortificados de España. Construido para salvar las aguas del río Ebro y reconstruido en varias ocasiones durante la Edad Media, por él discurre una calzada romana imprescindible en la antigüedad para el comercio entre la Meseta y la costa cantábrica. En el año 1396 Frías volvió a ser realenga y probablemente por estar fechas, al igual que ocurrió en otros lugares, fuese añadida la torre central para cobrar el portazgo. Es importante resaltar la gran carga económica que suponía un puente de estas características en la Edad Media, por lo que los que más lo utilizaban eran los comerciantes de la Bureba y La Rioja y los rebaños trashumantes que estaban en la obligación de pagar un “peaje” por atravesarlo.
Iglesia de San Vicente Mártir
Situada en un lugar privilegiado, junto a un cortado rocoso y con unas espectaculares vistas del valle, este templo ha llegado hasta nuestros días con una extraña mezcla de estilos, entre los que sobresale el barroco. De su primitiva construcción románica sólo quedan algunos restos que se salvaron después de la caída de la torre en 1906, que se llevó por delante la nave lateral izquierda, parte de la central, el pórtico de la entrada y un rosetón gótico.
La antigua torre tenía almenas que le conferían un carácter defensivo. Era de planta cuadrada, ligeramente apiramidada y con un remate cónico que hacía las veces de tejado y en cada lienzo se abría una tronera. Y en el lado sur se encontraba el reloj que en la actualidad podemos ver en el castillo. Como recuerdo de este antiguo templo se pueden admirar en la Plaza del Obispo López de Mendoza un arco plateresco del siglo XVI y otro más, en el extremo opuesto, que formaban parte de un grupo de arcos que sostenían un pórtico que cubría toda la parte baja del hastial, lugar donde se celebraban los concejos abiertos y anteriormente los juicios. Del aquel antiguo edificio queda el recuerdo de la portada románica que fue vendida para sufragar los costes de la construcción de la nueva iglesia, y que hoy en día se encuentra en el Museo de Claustros de Nueva York.
En el interior son destacables las capillas del Santo Cristo de las Tentaciones con su retablo barroco y la de la Visitación protegida por una exquisita reja de forja, contando además con un retablo del siglo XVI con pinturas de Juan de Borgoña y dos sepulcros con ornamentación plateresca. No podemos olvidar los retablos Mayor y de la Soledad, ambos neoclásicos; una amplia colección de imaginería religiosa del siglo XVII, el órgano, la pila bautismal, la sillería del coro de estilo barroco, las vidrieras, así como importantes pinturas religiosas.
CASAS COLGADAS
Otra de las estampas reconocidas de la Ciudad de Frías es la que ofrecen sus casas colgadas. De toba y madera, en su construcción supieron aprovechar el reducido espacio que brinda “La Muela”, gran roca sobre la que se asienta la parte alta de la ciudad, siendo levantadas en los mismos extremos de la roca y fundiéndose con el precipicio. Claro ejemplo de un urbanismo que se adapta al escaso terreno, lo que obliga a desarrollar la casa hacia arriba y hacia abajo, excavando en la roca de toba y logrando superar las dos plantas de altura. Para poder admirarlas en todo su esplendor es aconsejable acceder por el lado sur de la ciudad.
LAVADERO MEDIEVAL
Junto al río Molinar y al comienzo de la colina conocida como de San Roque nace un manantial de aguas abundantes y claras conocidas en Frías como “Las Fuentecillas”. Y aquí se encuentra el lavadero medieval construido en piedra y madera donde generaciones de mujeres se reunían para, arrodilladas, jabonar y aclarar las prendas, mientras comentaban lo que en Frías acontecía.
TOBERA
No podemos despedirnos de Frías sin antes hacer una parada en el barrio de Tobera, uno de los parajes con más encanto de la comarca. Dividido en dos por el río Molinar, forma una sucesión de bellas cascadas que desde el siglo XIII sirvieron para mover molinos, batanes, pisones y demás artilugios hidráulicos. Este entorno de increíble belleza se completa con la Ermita de Nuestra Señora de la Hoz, que tallada en la misma roca sirvió en la Edad de Media de hospedería a los peregrinos que, después de descender el Portillo de Busto buscando el camino principal a Santiago, hacían noche en esta hermosa iglesia balconada; el puente romano, recuerdo del paso del Imperio Romano por estas tierras y donde se puede ver un tramo de la calzada romana que comunicaba Briviesca con Orduña y los puertos del Norte. Y por último, el Humilladero del Cristo de los Remedios.
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