Vistas panorámicas, playas, salinas, molinos o torres de piratas. Formentera es una isla que nunca se acaba…
Visitar Formentera es hacer un viaje a la calma, dejar atrás el ajetreo y la velocidad del día a día. Esa sensación privilegiada se multiplica si apostamos por conocer la isla a pie o en bicicleta. Hacerlo nos permite acceder a lugares imperceptibles, apreciar la isla desde otro ángulo y conocer la Formentera más natural y genuina. Su clima templado permite disfrutar de cada rincón y bañarse en el mar gran parte del año, así como contemplar su magnífica luz y color. Admirar una puesta de sol o dejarse llevar por la contemplación de los azules del cielo y el mar se convierten en una experiencia en sí; pero la pequeña de las Baleares tiene mucho más que ofrecer a las familias.
Quien ha paseado por sus senderos, se ha dejado perder por sus caminos y ha visto el paisaje pasar a ritmo de pedaleo, sabe que Formentera es una isla que nunca se acaba. Sus 32 rutas verdes, caminos entrelazados que suman más de 100 kilómetros, permite realizar rutas senderistas de todos los niveles y dificultades, así como paseos a caballo y bicicleta. Vistas panorámicas, playas, lugares de interés arqueológico, salinas, molinos, embarcaderos, explotaciones vinícolas o iglesias. Estos son algunos de los espacios que nos regalan mil y una visiones únicas.
Bosques de sabinas sinuosas, paisajes rurales salpicados de higueras con un escalonado exclusivo, dunas con una flora endémica, salinas y humedales en los que practicar la observación de aves, acantilados con formas caprichosas moldeadas por la acción del viento y del mar… Atractivos naturales, especialmente en primavera y otoño, en los que caminar.
Formentera cuenta con más de 12 recorridos cicloturísticos diferentes y prácticamente todos son rutas de unos 30 minutos por zonas sin desniveles, lo que los hace perfectos para disfrutarlos en familia. Los paseos en bicicleta nos permiten disfrutar de hermosos paisajes en los que se alternan torres de defensa de la época de los piratas y despiertan la curiosidad de los niños. A lo largo del camino hay lugares con gran variedad de aves, vegetación o dunas de arena, lo que permite disfrutar de la naturaleza en estado puro. La grandeza de los faros, los antiguos molinos de viento siempre impresionan a los más pequeños.
Formentera es conocida por sus playas y sus aguas transparentes, pero si visitamos su interior encontraremos los mejores rincones con encanto. El Faro de Mola está considerado por muchos visitantes como un lugar mágico, como un faro del fin del mundo. Llegar a él a través de la Ruta Verde 29 es un pasaporte para viajar en el tiempo cien años atrás, por el carácter rústico de su paisaje rural, la presencia de ganado y la sorpresa de encontrar una casa a la izquierda del camino catalogada como patrimonio arquitectónico, por sus rasgos típicos perfectamente conservados.
El Faro del Cap de Barbaria nos traslada a un paisaje casi desértico. Es lugar de reunión para las puestas de sol por las estupendas vistas del mágico islote Es Vedrá. A poca distancia del faro se encuentra una torre de vigilancia del siglo XVIII, Torre des Garroveret, que en su momento protegió la isla de invasores.
Estany Des Peix es una pequeña laguna con una estrecha apertura al mar que permite la entrada de pequeñas embarcaciones para su fondeo. Es un escenario idóneo para la práctica y aprendizaje de deportes acuáticos con embarcaciones de pequeño calado. El Estany Pudent es el gran lago que se encuentra al norte de la isla, entre las poblaciones de la Savina y de Es Pujols, y en él está prohibido el baño. Es un lugar muy recomendable para pasear a pie o en bicicleta, tanto por su valor paisajístico como por su importancia para el avistamiento de las numerosas aves.
El Parc Natural de Ses Salines d’Eivissa i Formentera representa un ejemplo de la riqueza de la biodiversidad mediterránea. Como espacio natural de especial interés engloba un conjunto de hábitats terrestres y marinos, con valores ecológicos, paisajísticos, históricos y culturales de primer orden a escala internacional.
Formentera, una isla que nunca se acaba, un lugar donde reencontrarse con uno mismo, donde respirar calma y donde disfrutar.
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