Cuando éramos pequeños y nos preguntaban qué queríamos ser de mayores, ¿qué solíamos responder?.
La mayoría de nosotros seguramente dio respuestas tan contundentes como fantasiosas. Normalmente los niños responden con profesiones que admiran. No se paran a pensar en qué se les da bien o qué sueldo les gustaría tener. Con el paso de los años saltan de una idea a otra y van modificando cómo se ven. Excepto en contadas ocasiones, nadie acaba dedicándose a aquello que imaginó con cuatro o cinco años. A veces, tampoco a algo para lo que se ha formado.
El panorama laboral, como el resto de la vida, está sujeto a complejidades, oportunidades y renuncias. Y puede suceder, aunque en unos países están más acostumbrados a eso que en otros, que no nos quedemos en un mismo trabajo durante mucho tiempo.
Una de las principales motivaciones para cambiar de trabajo es que no seamos felices pero, ¿de qué hablamos cuándo decimos “ser feliz”?
Normalmente tiene que ver con el sentimiento de plenitud. Otras con la relación con el jefe. Aunque también son muy importantes los aspectos prácticos, como el tiempo que tenemos que dedicar, el sueldo o el puesto en concreto.
A fin de cuentas, vamos a pasar buena parte de nuestra vida y de nuestro día a día trabajando. Nuestras posibilidades dependerán en buena parte del dinero que ganemos. Nuestras relaciones de pareja y familiares se verán influidas por él. ¿Por qué no reflexionar un momento sobre cómo encontrarnos mejor allí donde estamos?.
VACÍO
Sentir que el trabajo en el que estamos no aporta nada bueno o significativo a nuestra vida es muy duro. Entregar tu tiempo a una tarea que no te gratifica se acaba convirtiendo en una losa. Pero no nos engañemos: pasar por trabajos que no responde a nuestro ideal es lógico y normal. Después de todo, conquistar un trabajo que te llene, que te motive verdaderamente, no puede ser coser y cantar.
Si estás en esta situación, puedes aprovechar el impulso para buscar nuevas oportunidades. Y, si por el motivo que fuera te ves obligado a permanecer en ese trabajo, busca el significado en otros espacios. ¿Qué cosas aportan ilusión a tu vida? ¿Con qué actividades te sientes más pleno? ¿Qué sería un desafío inspirador? Estas preguntas pueden ayudarte a tomar rumbos diferentes, tanto a nivel personal como laboral.
ESTOY PERDIENDO EL TIEMPO
Otro clásico cuando hablamos del trabajo. Los días pasan y, sin que nos demos cuenta ya se ha ido otro año. ¿Cómo contrarrestar esto?.
Cuando te sientes dueño de tu tiempo no te importa tanto invertirlo, así que lo más lógico sería empezar a trabajar para ti mismo. Esto puede interpretarse como dejar de ser un empleado y convertirse en un autónomo, claro que sí, pero también como una reconexión con tu trabajo. ¿Qué te hace falta para volver a sentir orgullo o satisfacción? Quizá si te ponemos objetivos personales vuelvas a reconectar o sientas el trabajo como propio. Después de todo, rendimos cuentas ante nosotros mismos.
Si esto te funciona o el sentimiento es muy profundo, no lo dudes, es hora de cambiar.
ME SIENTO PEQUEÑO
Como decíamos antes, muchas veces la satisfacción que puede proporcionarte el trabajo se ve ensombrecida por las relaciones laborales.
Quizá sientas soledad en tu puesto de trabajo, o tu jefe no te lo esté poniendo fácil. También puede ser que haya llegado el momento de asumir más responsabilidades y estés buscando una oportunidad. Si es así, no debes tener miedo: una charla abierta con tu superior siempre será mejor que esperar a que algo cambie.
De todas formas, hay entornos viciados, jefes poco profesionales, acoso laboral… Valora tu situación. Si puede cambiar vale la pena intentarlo. Pero siempre serás libre para buscar lo que te haga más feliz.
TENGO UN PLAN
Esta es, probablemente, la mejor de las situaciones posibles: tienes claro qué quieres y cómo conseguirlo. Sin querer animar a nadie a ser imprudente, hay veces en que es preciso lanzarse. Pero no te apresures. Cuánto más elaborado sea ese plan, mejor. Cuánto más contrastado esté tu sueño con la realidad, mejor.
No olvides que tu familia debe formar parte de ciertas decisiones, para que no sientan que los dejas al margen.
Si es necesario, fórmate más. Pide ayuda y consejo. Y adelante.
Os deseamos una feliz semana.
Elena Sánchez-Porro Frías e Irene Albert Cebriá.
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