¿Cómo podemos mantener sanas nuestras relaciones laborales en tiempos del Covid-19? Te contamos algunas reflexiones para mantener el buen ambiente en el trabajo por encima del estrés y los problemas que se planteen.
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Unas de las consecuencias de la situación tan complicada que nos ha tocado vivir a causa del COVID19, es el enfriamiento de las relaciones, en especial, fuera de nuestra “burbuja” personal. Por ello, cobra especial importancia el respeto a los compañeros, con los que resulta muy difícil mantener una relación cercana en estos tiempos. Esta misma situación crea un ambiente algo estresante porque las cosas no se pueden solucionar tranquilamente hablando o tomando un café. Esto hace que se produzcan algunos conflictos, que pueden ser solventados rápidamente o hacer mella en nuestra relación con los demás.
No es raro ver que los momentos de descanso, se llenan de quejas y tensiones: que si el jefe es tal, que si mira con qué humos viene este, que si ahora se va a enterar… Como en cualquier convivencia, también en nuestro sitio laboral encontramos los problemas tradicionales: malentendidos, envidias, rencores, antipatías. Sin embargo, también es un espacio para practicar el liderazgo, la empatía, la comprensión y la capacidad de resolución de conflictos.
Precisamente la campaña “Respect” – “Out of Stock” de Beefeater es un ejemplo de la filosofía “Ponte en los zapatos del otro” con el fin de intentar empatizar y comprender al que piensa diferente, sea cual sea su punto de vista. Una premisa imprescindible para mantener un buen ambiente de trabajo, por encima del estrés que causa la actual situación sanitaria.
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A continuación, os ofrecemos algunas reflexiones para mantener el buen ambiente en el trabajo por encima de este estrés y los problemas que se planteen.
El trabajo perfecto no existe
Para comenzar, un cambio de enfoque: sucede con frecuencia que las expectativas que tenemos nos juegan una mala pasada y desembocan rápidamente en frustración.
Todos los trabajos tienen sus ventajas y sus inconvenientes y hasta el más cercano a nuestros deseos podría acabar cansándonos, puesto que también nuestras aspiraciones y necesidades cambian constantemente.
Con la idea de un trabajo ideal en mente dejaremos escapar buenas oportunidades o caeremos en la apatía rápidamente. Ningún trabajo real resistirá la comparación con este. Y con nuestros compañeros o socios pasará igual.
Primero, parémonos a pensar en nuestra situación actual. ¿Qué te aporta realmente tu trabajo? El objetivo es huir de los pensamientos del tipo todo o nada. Estos pensamientos sólo nos permiten meter lo que percibimos en dos cajones: o es maravilloso o no vale nada. Las posiciones intermedias serían siempre más sanas y también más verdaderas. Puede que este trabajo no sea lo que quiero para el futuro, pero en este momento tampoco está tan mal, por ejemplo.
Apuesta por el respeto
Compartimos buena parte de la vida con nuestros compañeros de trabajo queramos o no, y a veces, elegir la distancia adecuada con ellos es complicado.
La base puede resultar sencilla: lo ideal sería “aproximarse” lo suficiente como para conocerlos mejor y, con aquellos con los que tengamos especial afinidad, compartir otros momentos. Así estableceríamos relaciones algo más sólidas y profundas. Con los demás, la cordialidad y el respeto han de ser la norma.
Demostrarlo en el día a día tiene que ver con ser capaz de escuchar sus opiniones, con seriedad y sin interrumpirlos, demostrándoles que les tienen en cuenta. Evita hablar a sus espaldas, cosa que genera secretos y alianzas difíciles de manejar, y que enrarecen rápidamente el ambiente laboral.
Resuelve las fricciones que puedan surgir hablando directamente con la persona y no delante de los demás. Te sorprenderá lo positivo que puede llegar a ser.
Recuerda que, cuando el problema ya no sea importante, tus compañeros de trabajo seguirán allí. Por eso, maneja los conflictos con respeto y procura no decir cosas de las que luego podrías arrepentirte.
Los problemas son sólo un escenario: sé profesional
El primer paso para enfrentar los problemas de una forma profesional es delimitarlos claramente, separándolos de opiniones y sentimientos. Consiste en reunir información respondiendo preguntas importantes. Si intentamos conducir así los conflictos y necesidades del trabajo seguramente obtendremos su ayuda y colaboración. El tono general, cuando se plantean las cosas con esta distancia, también ayuda mucho a no herir susceptibilidades.
Después, el objetivo será plantear posibles decisiones para cambiar el escenario. Conviene no posponerlas mucho y saber asignar responsabilidades (o asumirlas) cuando se tenga claro por cuál apostar.
Finalmente, es muy importante evaluar el resultado y hacer saber a los demás lo positivo y lo negativo, tanto sobre la decisión como sobre su participación. No debemos hacer sentir culpables a los demás sino apoyarnos en la información: dar y recibir información.
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