¿Eres perfeccionista?… ¿Y en el sexo?

Efectos secundarios del “perfeccionismo sexual”

En una entrevista de trabajo ya te pregunten por tus defectos o virtudes, decir que somos perfeccionistas es bastante típico. Por un lado, porque denota orden, en lo que a defectos se refiere, porque evidencia cierta inflexibilidad. Pero en el sexo, ¿qué consecuencias puede tener ser perfeccionista? Veámoslo.

En raras ocasiones nuestra persona, nuestro ego, están más expuestos que durante el sexo. Sin duda es un hecho íntimo, de complicidad, pero no deja de ser una actuación en la que no solo tendemos a evaluarnos a nosotros mismos, sino que también tenemos una pareja a la que agradar.

Esta exposición sexual puede ser especialmente complicada para los perfeccionistas. Con sus estándares exigentes y su hipersensibilidad a los errores, muchos se esfuerzan por ser amantes de los modelos que supuestamente están socialmente aceptados, convencidos de que no pueden aceptar nada menos que una experiencia de primer nivel. Pero, tal y como señalan diferentes investigaciones sobre el comportamiento sexual, este tipo de actitud intransigente al final mina la satisfacción sexual.

Lo que hace que el sexo sea “perfecto” puede variar de una persona a otra: tanto en la forma de inducir como de alcanzar un orgasmo, en la manera en la que se despierta el deseo sexual, para aquellos que algo es tremendamente torpe, para otros es maravillosamente sexy. Como se suele decir, para gustos los colores. Pero los verdaderos perfeccionistas tienen una cosa crucial en común. “Ellos quieren ser impecables”, dice Joachim Stoeber, director de la Escuela de Psicología de la Universidad de Kent, y quien llevó a cabo una investigación en la que se trataba de relacionar factores de personalidad con la tendencia a padecer problemas sexuales, en concreto se centraron en el perfeccionismo. Esta actitud determinista puede ayudar en la rutina de uno mismo de su día a día, en el colegio, en el trabajo… ayuda a mantener un orden; pero en el momento en que está involucrada íntimamente otra persona, los perfeccionistas corren el riesgo de padecer otros efectos secundarios no tan satisfactorios.

Indaguemos más en el estudio de Stoeber y su equipo. En concreto identificaron cuatro formas de manifestar el perfeccionismo durante la relación sexual:

• El auto-orientado: Cuando uno mismo se impone estándares sexuales demasiado “perfectos”.
• Basado en el otro: la pareja perfeccionista se muestra exígete a los demás e intolerante.
• El socio-prescrito: Estándares que percibes que están impuestos por la sociedad
• “El compañero mandón” o “la pareja mandona”: cuando es tu pareja la que impone esos estándares supuestamente perfectos.

El equipo de Stoeber encontró que:

• En relación al perfeccionismo que se recibe de ese “compañero mandón”, la pareja que lo percibe piensa que su compañero espera un desempeño impecable de él o ella y tiende a culparse por cualquier desviación del ideal. Por tanto, al percibir que tienen pocas o nulas capacidades sexuales, disminuye también su capacidad para excitarse.

• Aquellos que creen que la sociedad en general exige la excelencia sexual es probable que sean pesimistas sobre el futuro de su éxito sexual. Las palabras críticas de un amigo o compañero sexual, o las ideas idealizadas sobre el sexo obtenido de las películas pueden exacerbar tales preocupaciones y generar una baja autoestima.

• En cuanto al perfeccionismo auto-orientado, va a depender de cuan positiva sea la opinión de uno mismo sobre sus habilidades sexuales. Altos niveles de perfeccionismo auto-orientado están correlacionados con altos niveles de auto-culpa ante cualquier error sexual, así como preocupación por volverse a equivocar.

“Si te generas cualquier tipo de expectativa de una relación sexual, automáticamente te estás colocando en una posición vulnerable a la decepción”, dice Kristen Mark, profesora en la Universidad de Kentucky. “El deseo y la satisfacción sexual fluyen y fluyen“.

Está bien tener altos estándares, dicen los expertos, pero insisten en que cuando se piensa que cada relación sexual debe ir de acuerdo al plan establecido o que debe terminar en un orgasmo, es totalmente contraproducente. Provoca ansiedad, dice K. Mark, “y se ha demostrado que demasiada ansiedad inhibe la respuesta sexual“. Si se te ha dado el caso, piensa en ese momento en el que has empezado a tener relaciones sexuales, muy preocupado con algo, incluso obsesionado, ¿has sentido cada caricia? ¿has disfrutado cada gesto de tu pareja? Muy posiblemente no, como consecuencia de la ansiedad, a veces inconscientemente generada.

Tanto las investigaciones como nuestra experiencia en terapia, sugieren que a menudo hay una desconexión entre las expectativas percibidas y las reales. Por tanto, si crees que tu pareja te está exigiendo un rendimiento bravo, puede ser muy buena idea tener una charla antes de entrar en la habitación. Los perfeccionistas generalmente tienen miedo de perder el control y sentirse vulnerables. Habla con tu pareja “perfeccionista” dile que te gusta tener relaciones sexuales con él o ella, pero que quizás sería buena idea probar la espontaneidad.

¿Y para aquellos que exigen perfección de sí mismos? La manera paradójica de obtener más satisfacción de tu vida sexual puede ser darte un poco de holgura.

Como conclusión del post de hoy: es sabio mantener la perfección, fuera de la habitación.

Psicología Clave: Elena Sánchez-Porro Frías e Irene Albert Cebriá

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