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Técnicas de relajación para los más pequeños
La semana anterior explorábamos cómo ayudar a los niños a aprender a relajarse. Para una convivencia más fácil para padres e hijos, sea cual sea su edad, es muy importante que distingan en qué momentos del día estamos activados y en cuáles tenemos que bajar el ritmo o prepararnos para ir a dormir. Este conjunto de aprendizajes forman parte de madurar, de crecer y de ganar autonomía y competencia. Finalmente forman parte de nuestra “caja de herramientas”, con la que nos enfrentamos a la vida y nos ayudamos a nosotros mismos o a los demás.
Por supuesto, estas técnicas serán muy útiles para los padres que desean ayudar a sus hijos a manejar situaciones concretas, como preocupaciones que van apareciendo y circunstancias un tanto angustiosas para el niño sea cual sea su edad. Sirven para afrontar el estrés de un examen o los nervios antes de una excursión, por ejemplo. Pero también ayudarán a los niños que están aprendiendo a manejar la ira o la frustración.
Obviamente, también juega un papel esencial en la ayuda a niños con problemas de hiperactividad, trastornos obsesivo-compulsivos, autismo, etc.
En definitiva, tampoco hay ningún adulto que no se beneficie de aprender técnicas como estas. Todos necesitamos en algún momento respirar hondo e intentar aplacar el corazón, y encontramos eventos estresantes en nuestro camino.
Es importante recordar que la flexibilidad debe primar: no todas las técnicas son adecuadas para todas las edades, y también dependerá del niño y sus circunstancias el uso de una o de otra. Asimismo, hay que recordar que es necesario practicar cuando no necesitamos relajarnos, con el fin de interiorizar la técnica y tenerla disponible cuando sí sea necesaria.
Empezando por lo básico: la respiración
Todos los niños, sea cual sea su edad, pueden practicar con su respiración y aprender a regularla ellos mismos.
Se recomienda practicar en un sitio tranquilo, sentados preferiblemente y hacer mucho hincapié en que el aire debe entrar por la nariz y salir suavemente por la boca.
Existen muchos tipos de respiración, unas más complejas que otras. La mayoría se centra en llevar el aire hasta el estómago y ver cómo se hincha. Con los más pequeños podemos practicar con imágenes que les ayuden a regular la respiración entendiendo con ejemplos qué queremos que hagan, como soplar una vela o hinchar un globo.
Una de las más recomendadas suele ser la respiración cuadrada, en la que se cuenta hasta cuatro en la inspiración, se queda uno sin respirar ni expulsar el aire contando hasta cuatro, se expulsa el aire contando hasta cuatro y después volvemos a quedarnos en apnea contando hasta cuatro. Uno puede imaginar mientras lo hace cómo se van dibujando los cuatro lados del cuadrado.
El poder de la imaginación: la meditación guiada
Para los niños a partir de los cuatro años de edad, puede ser muy útil la meditación guiada. Se trata de un ejercicio imaginativo, en el que el niño escucha una pequeña historia en la que él es el protagonista. La narración está plagada de descripciones muy detalladas, con las que el niño puede recrear imágenes. Por ejemplo, podemos hacerles imaginar que van volando por el cielo, que el aire les acaricia la cara, que se sienten ligeros y tranquilos. Si se detienen en los detalles de este ejercicio puede concentrar su mente.
Diferenciar rigidez y relajación: el muñeco de nieve
Con este ejercicio los niños pueden aprender a reconocer qué es estar tenso, muscularmente hablando, cosa que les cuesta bastante, al igual que a los adultos. Ser conscientes de nuestra postura, de nuestra musculatura, es algo que pasamos por alto habitualmente, pero que es esencial para evitar cefaleas tensionales o dolores musculares en espalda y cuello.
Los niños han de imaginarse que son un muñeco de nieve, tenso e inmóvil durante todo el invierno. Pero claro, el invierno no dura siempre, así que la temperatura va derritiéndolo al llegar la primavera, con lo que regresan los suaves movimientos y la relajación muscular.
Técnicas de relajación específicas: Jacobson y Schultz
Estos dos son métodos desarrollados por profesionales y ampliamente utilizados, tanto en niños como en adultos, por su eficacia.
El primero de ellos se llama Método de Relajación Progresiva de Jacobson y consiste en contraer los músculos durante algunos segundos para relajarlos después progresivamente. Se le va indicando al niño, tumbado sobre una colchoneta, por ejemplo, qué parte del cuerpo queremos que contraiga y relaje. Por ejemplo, pueden cerrar las manos formado un puño apretado para ir soltándolo después.
El método de Schultz es el de Entrenamiento Autógeno, en el que, utilizando grupos musculares concretos, vamos pidiendo al niño que imagine que son pesados y que están muy calientes. De esta forma el niño consigue relajar dichos grupos musculares
Internet está lleno de pequeños vídeos que nos pueden funcionar como guía perfecta para realizarlos.
Recomendamos a los padres practicar primero ello para familiarizarse con el tono de voz o la duración del ejercicio y después enseñarlo a los pequeños. Con la práctica serán muy útiles.
Os deseamos una feliz y relajada semana.
Elena Sánchez-Porro Frías e Irene Albert Cebriá
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