Algunas reflexiones para comenzar con buen pie una relación
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Hoy en día conocer gente resulta más sencillo que antes. Existen muchos espacios y oportunidades para hacer amistades o buscar el amor. Además, la soltería, el divorcio o la viudedad no se viven de la misma manera que hace veinte años, por supuesto. Atrás quedan los prejuicios y las restricciones que impedían, sobre todo a las mujeres, rehacer su vida con otra persona si así lo deseaban.
El resultado es que, a lo largo de la vida, podemos cambiar de pareja y “volver al mercado” sin mucho trauma.
Desde luego, es mucho más sano disfrutar de las cosas que emprender la búsqueda de la perfección y del ajuste perfecto, como tratábamos en el post de la semana pasada sobre el mito de la media naranja.
Pero, una vez hecha la conexión con alguien, ¿cómo podemos cuidar de esa chispa?, ¿cómo podemos superar las malas experiencias para apostar realmente?
Sabiendo que no siempre es fácil pero que se puede, os ofrecemos algunas reflexiones para empezar “frescos” una relación.
ACEPTAR EL PASADO PARA PODER CONTINUAR
Cada relación significativa nos deja un poso que tenemos que integrar, que va a pasar a formar parte de quienes somos. A veces es un trabajo complejo y doloroso: pueden habernos hecho daño, pueden haberse roto nuestras expectativas o podemos saber que hemos provocado eso en el otro. Es importante aceptar que las cosas han sucedido así para poder recomenzar con ese trabajo hecho. Será útil relativizar y asumir que no somos perfectos ni infalibles.
¿QUIÉN SOY YO?
Cuando acabamos una etapa vital en pareja solemos concentrarnos en lo que ha salido mal. Nos parece que nuestra “mochila” va cada vez más cargada y nos atemoriza que la confianza y la inocencia queden en un segundo plano. Quizá nos sirva observar el lado positivo y recordar qué hemos aprendido de nosotros mismos: qué me gusta y qué no, cómo quiero vivir, cuáles son mis prioridades… También podemos reflexionar sobre qué supone la convivencia y si hemos intentado cambiar al otro o no hemos sabido ceder.
El autoconocimiento nos acerca a la felicidad.
TOMAR DECISIONES
Sin duda, dejarse llevar es necesario para conocer a la otra persona. Alimentar la ilusión en lugar de las inseguridad nos hará vivir momentos estupendos. Sin embargo, una actitud demasiado pasiva en la que nos desconectamos de nuestro cerebro no es una buena idea. No hace falta mucho tiempo para saber si una persona nos gusta o no, para ver si las cosas fluyen o no hacemos una buena pareja. Lo honesto es respetar al otro: si no estamos en el mismo punto debemos decirlo y tomar decisiones. De la misma forma, hay que poner el corazón si deseamos que todo vaya bien.
En resumen: asumir el riesgo y saber dónde empieza y dónde acaba nuestra responsabilidad pueden llevarnos a tomar mejores decisiones. No apartemos la ilusión por las malas experiencias que hayamos tenido: si necesitamos tiempo para elaborarlas es justo que lo tengamos.
En definitiva, la felicidad no se desgasta. Siempre es posible empezar de nuevo, si tenemos los ojos abiertos a lo positivo y la madurez suficiente para saber que lo podremos disfrutar si somos sinceros con nosotros mismos y con los demás.
Clave psicología: Elena Sánchez-Porro Frías e Irene Albert Cebriá.
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