Cada fruta tiene un tiempo y temperatura idónea para alcanzar su maduración. Existen frutas que siguen madurando después de ser recolectadas, es decir, se pueden comprar verdes y esperar a que alcancen su punto idóneo para su consumo en casa.
No todas lo hacen. Algunas como las cerezas, la piña o la uva se pudrirán antes de poder consumirlas si se recolectan verdes.
Yocomobien.es te ayuda a conocer las frutas que continúan madurando después de recolectarlas.
Plátanos, aguacates, tomates, kiwis, albaricoques, manzanas, peras o sandías, son las frutas más habituales en nuestras despensas que siguen madurando después de la recolección. Algunas de estas necesitan pasar un tiempo en la nevera para alcanzar su punto óptimo de consumo; y otras, sin embargo, deben madurar a temperatura ambiente. Repasamos las características específicas de cada una de ellas:
Aguacate: la temperatura óptima para su maduración es entre 15º y 24ºC por lo que deben dejarse madurar fuera de la nevera y una vez estén maduros, se introducirán en el frigorífico. Si los metemos verdes en la nevera, se estropearán y nunca madurarán.
Albaricoque: una vez se han comprado verdes, si se conservan a unos 20º grados van adquiriendo sabor y su característico color anaranjado. Su maduración se acelera al conservarlos cerca de manzanas o plátanos.
Ciruela: si se adquieren muy verdes, se pueden dejar madurar unos días a temperatura ambiente. La pulpa se ablandará, pero no se volverán más dulces. Al comerlas deben tener una textura firme y no estar cubiertas de un ligero polvillo mate.
Kiwi: Al tener un proceso de maduración largo, no puede ser consumido inmediatamente después de ser recolectado.
Manzana: en el momento óptimo de consumo, debe ser aromática y no resultar harinosa. Si se recoge muy verde, se puede acelerar la maduración con una temperatura de conservación mayor.
Melocotón: los colores amarillo y rosáceo es el mayor indicativo de que la fruta está madura y lista para su consumo. Hay que fijarse, sobre todo, en que la zona del rabito esté amarilla, cuando todavía está verde tiene aspecto aterciopelado. El tiempo de maduración no aumentará su dulzor, pero mejorará su olor, sabor y textura.
Melón: elegir un buen melón es casi una ciencia, se dice que si está maduro debe resultar pesado en relación a su tamaño. Si huele un poco a ‘medicamento’ es señal de que está pasado, y si al sacudirlo se escucha un chapoteo, también.
Pera: si se compran maduras, deben ser firmes al tacto y no tener manchas. No se debe tardar en consumirlas, pues están mejor cuando se cosechan ligeramente verdes. Pueden terminar de madurar manteniéndolas a más de 20º.
Plátano: su punto óptimo se conoce por el color amarillo intenso de la piel que además presenta algunas motas negras. Si no está maduro, la pulpa resulta dura, poco jugosa, insípida y muy áspera. Al conservarlo en el frigorífico la piel se vuelve negra, aunque por dentro no se daña.
Sandía: no se puede saber si una sandía está madura por la mancha clara que presenta en su corteza, ya que esta es la parte de la fruta que ha estado en contacto con el suelo durante su crecimiento. Para saber si está madura, se debe colocar la pieza junto al oído y apretar un poco; si está en su punto, la pulpa debe crujir.
Tomate: si está verde no debe guardarse en la nevera. Para madurarlo se debe mantener a 20º y protegido de la luz, pues la luz transforma en clorofila los pigmentos rojos, y esto no significa que el tomate esté maduro.
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