Las duras declaraciones de Celia, la hermana de Ana Obregón sobre cómo se encuentra la actriz: ‘Está hecha polvo’.
Índice de Contenidos
Ana Obregón se refugia en su fe tras la pérdida de su hijo
La preocupación de la familia de Ana Obregón un mes después de la muerte de Álex Lequio
Un mes después del duro golpe de la pérdida de su hijo, Ana Obregón ha tenido que enfrentarse al mes más triste de su vida. El pasado 13 de mayo Alex Lequio fallecía víctima de un cáncer con tan solo 27 años, dejando desolados a sus familiares y seres queridos. Y, especialmente, a sus padres, Ana Obregón y Alessandro Lequio.
Pero mientras que Alessandro ha ido recuperando poco a poco sus rutinas y ha vuelto al trabajo, Ana Obregón parece no encontrar consuelo a su dolor. A su lado, en todo momento, han estado apoyándola su familia. Sus cuatro hermanos Celia, Amalia, Juancho y Javier no se separan ni un solo momento de ella e intentan acompañarla en estos complicados momentos.
Sin embargo, a pesar de apoyo y cariño infinito, este jueves 18 de junio sus hermanas Celia y Amelia no han podido ocultar su preocupación por Ana Obregón. Este jueves por la mañana, los hermanos de Ana se han reunido en la empresa familiar, donde trabajan todos, y a la salida de su puesto de trabajo Celia ha desvelado cómo se encuentra su hermana Ana. “Está hecha polvo“, confesaba.
“Se apagó mi vida”
Además de las palabras de su hermana, el dolor de Ana Obregón queda patente también en las escasas ocasiones en las que ha recurrido ella misma a sus redes sociales. Tan solo horas después de conocerse la muerte de Álex, Ana publicaba una preciosa fotografía en la que aparecía junto a su hijo acompañada de un texto revelador: “Se apagó mi vida”. Cuatro palabras que expresaban claramente sus sentimientos en esos momentos.
Unos días después Ana volvía a utilizar las redes sociales para dedicarle una emotiva carta a su hijo: “Mi guerrero de la eterna sonrisa a pesar de los dolores, meses de hospitalización y sufrimiento. Para mí ha sido un honor estar a tu lado de la mano en esta batalla sin descanso, pero también viéndote sufrir sin una queja ha sido la lección de vida más cruel que una madre puede soportar“.
Y añadía: “¿Qué puedo decirte, hijo? Que eras / eres mi vida y ahora ya no hay nada. Que perder un hijo es morir y tener la obligación de vivir. Y tú querías vivir, casarte algún día y tener cinco hijos. Muchas noches en el hospital pedimos juntos a Dios que te curara y no nos hizo ni caso. Ahora solamente le pido que pueda volver a abrazarte muy pronto porque te echo insoportablemente de menos“.
Deja un comentario