Con el Día de la Hispanidad y con el Puente de Todos los Santos, a la vuelta de la esquina, La Palma se dibuja como un destino perfecto para una escapada.
Las festividades están para vivirlas y disfrutarlas. Por ello, La Palma, una de las islas más vírgenes de las Canarias, se presenta como un destino ideal para alejarse de la rutina, ya sea en familia, en pareja, con amigos o con uno mismo. Como la Isla Bonita es el escenario de múltiples planes, a continuación, presentamos el decálogo perfecto para empaparte de su esencia
- Recorrer sus senderos: una red de 708 kilómetros de senderos acerca a los exploradores a rincones únicos y asombros. Por su particular orografía, en La Palma se pueden encontrar paisajes muy diversos, desde la tupida vegetación del Bosque de los Tilos, hasta la lava y la huella volcánica de la Ruta de los Volcanes, pasando por el sorprendente Parque Nacional de la Caldera de Taburiente. No obstante, lo mejor de sus senderos reside en su diversidad, aptos para cualquier preparación física.
- Admirar su acantilada costa: desde el Puerto de Tazacorte, al oeste de la isla, salen a diario embarcaciones para disfrutar de una excursión inolvidable por la costa de Tijarafe y Tazacorte. Allí, no será raro que el visitante comparta viaje con los delfines y peces voladores que merodean por la costa.
- Estudiar su cielo por la noche: La Palma alberga uno de los mejores observatorios astrofísicos del mundo, el que se encuentra en el Roque de los Muchachos, que lleva su mismo nombre. Para el viajero, alejarse de las zonas más pobladas y levantar la vista al cielo estrellado en alguno de sus miradores astronómicos (Llanos del Jable, Llano de la Venta…), será un verdadero placer. Además, también podrá dormir bajo un manto de estrellas gracias a las zonas de acampada de las que dispone la Isla, tales como el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente o Laguna de Barlovento.
- Vivir mil aventuras: si hay algo por lo que destaca la Isla Bonita es por su amplia oferta de actividades al aire libre. Rutas en bici, en quad, parques multiaventura, paseos en piraguas, buceo o parapente son algunas de ellas.
- Pisar la playa: el otoño no implica que alegrarse con un día de sol y mar sea un antojo de los recuerdos del verano. La Palma cuenta con bonitas playas de arena negra que destacan, sobre todo, por no estar masificadas. Nogales, la Veta, Los Cancajos, Bajamar o Echentive son algunas de las más hermosas. Por otro lado, darse un baño en las piscinas naturales (como el Charco Azul o La Fajana) es imprescindible.
- Parar y bajar: aquellos que recorran la isla en coche se verán inundados por una imperiosa necesidad de bajar de él y embriagarse con las vistas y sonidos que les envuelve. Además, Visit La Palma ha previsto en su web varios circuitos de carretera perfectos para dejarse cautivar con los mejores atractivos de la isla.
- Deleitar al paladar con un menú palmero: de entrante, chicharrones; de primero, potaje de trigo; de segundo, carne de cabra en salsa; y de postre, quesillo. Además, estos manjares acompasan a la perfección con un vino albillo, tinto o rosado de producción local. Y si queda espacio en el estómago, no se puede olvidar el barraquito, un café que se prepara con leche condensada, leche natural, canela, corteza del limón y/o licor 43. ¡Para hacer la boca agua!
- Revivir la historia: el patrimonio arquitectónico de La Palma esconde entre sus piedras los anales y leyendas que los años han acumulado en la isla. Iglesias con retablos barrocos, pinturas y esculturas flamencas como Nuestra Señora de Candelaria en Tijarafe o Nuestra Señora de las Nieves en Santa Cruz de La Palma. Tampoco se pueden olvidar las casonas con patios centrales, balcones de madera o las casas rurales de piedra con aljibes y la bodega, tan típicas de las zonas norte y noroeste.
- Pasear: cualquier punto de la isla es idóneo para esta actividad, aunque, entre todos ellos, destacan Puerto Naos o Tazacorte para admirar el atardecer o Los Llanos de Aridane o Santa Cruz de la Palma para una vuelta nocturna. Por la tarde, Puntagorda, Santo Domingo de Garafía o Tijarafe radian una luz especial. Por la mañana, Villa de Mazo, San Andrés y Sauces, Barlovento, El Paso o Fuencaliente empapan al viajero con el calor de su gente. También es obligatorio disfrutar de bonitos amaneceres desde Breña Alta y Breña Baja Para los fanáticos de los mercadillos de agricultor, todos los fines de semana tienen una cita en Puntagorda, Puntallana, El Paso o Villa de Mazo.
- Ir de shopping: toda visita bien merece llevarse un recuerdo y, para ello, el viajero puede optar desde productos gastronómicos de producción local hasta artesanía típica de la isla, como la seda, la cerámica, los puros o las cestas. Por supuesto, es imprescindible una cita con las originales tiendas que se encuentran en los núcleos urbanos.
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