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Cómo reconocer una personalidad egocéntrica
¿Somos egocéntricos? Actualmente, en las sociedades que disfrutan de una estabilidad económica y social, parece como si la comunidad o el cuidado del otro hubieran quedado en un segundo plano. Ya no solemos conocer a todos los vecinos del edificio y, si es así, tampoco sabemos gran cosas de sus vidas. Tampoco podemos conocer a todos los trabajadores de nuestras empresa y las familias cambian de cuidad y se diseminan. Así, nuestro círculo se va reduciendo y nos convertimos en personas que viven de forma más superficial en sus relaciones.
El mundo es un lugar más competitivo y, puede que ya desde la infancia, vivamos pensando que somos el centro de todo.
Nuestras necesidades van siempre primero y eso hace que muchas situaciones de la vida cotidiana, como comenzar una relación, la paternidad o cuidar de un familiar, se tornan más difíciles, porque sentimos el sacrificio de nuestro tiempo como algo desgarrador.
Al tiempo, puede que haya personas a nuestro alrededor que lleven esto al extremo, incapaces de hacer un hueco en sus pensamientos para nadie más. Vamos a explorar esto para poder identificar a las personalidades egocéntricas. ¿Has sentido alguna vez que se aprovechaba de ti alguien que solo miraba por sí mismo? ¿
¿Cuáles son los rasgos que encontramos en las personas egocéntricas?
Fuerte autoestima, o no.
Las personas egocéntricas exhiben una gran autoestima. La confianza que tienen en sí mismos parece hinchada, es como si fueses capaces de todo, sabios y decididos. Pero lo cierto es que, en el fondo, estas personas están usando esta falsa apariencia como barrera de protección. Realmente no confían tanto en sí mismos como su manera de hablar o funcionar nos pueden hacer pensar. Lo cierto es que se sienten inseguros, por lo que prefieren proyectar esta imagen maravillosa de sí mismos, intentando ser siempre persuasivos, para intentar ser reconocidos y admirados por los demás.
Las personas que no hacen tantos esfuerzos realmente no necesitan sentirse así. Digamos que su autoestima depende de lo que los demás le devuelven. Necesitan ser el centro de todo, los más inteligentes, los más guapos, los más capaces… De otra forma no se sentirían bien. Además, siempre hay un deseo de “mostrar” lo que son, cayendo en el exhibicionismo. Necesitan un público para su función, por lo que les encantan las redes sociales y el escaparate que ofrecen. Podremos ver su vida diaria como algo perfecto: siempre sonrientes, felices, triunfando.
Tú no puedes entenderme
A esta falsa autoconfianza hay que sumarle, lógicamente, la idea de que son tan especiales en todos los sentidos, que solo personas tan especiales como ellos podrían entender cómo se sienten, sus problemas y dificultades. Las personas “normales” no podemos acceder a su refinado pensamiento. No somos válidos, no podemos aproximarnos realmente a ellos. De nuevo, no es difícil entender que esto también es un mecanismo de protección. Nadie puede llevarles la contraria, conectar directamente con ellos o formar parte de su vida si no están a la altura. Es una manera de restar valor a los demás para sentirse más seguro. Así su valor nunca es puesto a prueba.
Manipuladores
El otro nunca está a la altura del egocéntrico, no tiene su mismo valor, y eso se debe a que no tienen empatía suficiente para ponerse en su piel, adivinar sus emociones, anticipar el efecto de su comportamiento en la vida del otro. Por ello, tienden a considerar a los demás como peones en su tablero, por lo que los utilizan para sus planes sin importarles las consecuencias. Lo hacen seduciéndolos y persuadiéndolos con su magnetismo o con promesas que no tienen la intención de cumplir. Funcionan también chantajeando a los demás, presionándolos para hacer realidad sus objetivos personales.
Ahora que tenéis las claves para descubrir si os rodea alguna persona egocéntrica o para examinar si vosotros podéis estar pecando de egocéntricos, nos despedimos.
Os deseamos una feliz semana.
Elena Sánchez-Porro Frías e Irene Albert Cebriá.
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