¿Para qué es útil un psicólogo?
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A pesar de ser psicólogas, a través de Magazinespain nunca os hemos explicado cuando se debe ir a un psicólogo. Aunque sigue habiendo personas que dicen eso de: ¡quien necesita un psicólogo es un flojo, no tiene carácter! ¡Cómo le voy a pagar a otra persona para que me diga qué hacer con mi vida! ¿Cómo me voy a asegurar de que luego no irá contando mi vida a otros? Todo esto son posturas algo radicales y aunque afortunadamente ya no se asocia tanto el ir a un psicólogo con estar loco, tampoco se tiene muy claro por qué razones se podría ir y para qué sirve.
Hoy en día muchísima gente que tiene un amplio criterio, que pueden ser personas muy inteligentes y/ o que han hecho cosas importantes en su vida, se dan cuenta que su salud emocional también es importante y requiere un cuidado. Por ejemplo, ¿verdad que vas al dentista sin discutir cuando sientes un dolor en la muela antes de esperar a que vaya a más? ¿Verdad que te haces los chequeos médicos anuales que por ejemplo te manda tu empresa y te los haces sin problemas? Pero sin embargo, ¿Cuál es tu reacción cuando pasas una época con angustia o con una actitud más enrabietada? Seguramente lo que digas sea: Yo no necesito de nadie ni de nada.
Todos podemos tener crisis, momentos de dudas y confusión y no siempre tenemos la claridad mental suficiente, sobre todo cuando esas emociones te embargan, para tomar una decisión sobre nuestra vida. Si recurres a familiares, amigos o a esa persona que te da la mayor de las confianzas, probablemente te ayuden y te hablen con muy buena fe, pero no son personas preparadas, que en cierta manera van a tomar partido por ti o al revés. Por qué quizás por exceso de confianza te estén riñendo o criticando el cómo has venido actuando para llegar a la situación de crisis que tienes, y no van a tener la imparcialidad y objetividad como para darte una orientación apropiada.
Si estás pensando en ir a un psicólogo, todavía puedes hacer algunas otras consideraciones. Existen diferentes tipos de personas en todas las profesiones, hay personas honestas y otras no tanto; hay personas que aun siendo honestas no están lo suficientemente preparadas o simplemente hay personas con las que quizás notes que no estás cómodo/a y no te den confianza como para exponer tu problemática o simplemente sientes que no avanzas. Y esto no es una crítica a nuestros colegas de profesión, pues todo el mundo tiene derecho a ejercer la profesión que quiera, pero en este caso tu eres el consumidor de los servicios y tienes derecho a escoger.
Creemos que ahora estamos en una época en la que en general la mayoría de nosotros no nos podemos exponer a largas (años y años) y costosas terapias. Desde nuestra perspectiva y experiencia terapéutica (respetando a aquellos que siguen otras líneas de trabajo), creemos que ahora lo conveniente son terapias prácticas, que verdaderamente puedan sacarte adelante en un tiempo breve y por lo menos, desde nuestro marco de trabajo, tampoco es necesario emplear confrontaciones fuertes y agresivas, ni culpar al paciente de todos los problemas en los que está metido o por los errores que ha cometido.
Nosotras al igual que muchos de nuestros colegas de profesión, empleamos el uso de preguntas que ayuden a reflexionar de cómo sucedieron las cosas y cuáles son las soluciones futuras. Si ya de por sí mucha gente acude a consulta con la moral baja, imagina que encima te empieza a reñir. Una pregunta usada y muy útil para reflexionar que hacemos y muchos otros psicólogos también emplean es: ¿Qué aprendiste de esta situación? ¿Qué harías diferente si la situación se volviera a dar? Y cuando ofrecemos sugerencias, no lo hacemos en términos de orden y mandato, sino como una posibilidad: ¿Qué tal si intentas esto o lo otro? ¿Has pensado que quizás pueda esto ayudarte? De esta forma la terapia se convierte en un trabajo en conjunto, donde el terapeuta aporta su escucha, su empatía, su experiencia, su comprensión, y el paciente aporta su voluntad al cambio, y la realización de posibles y pequeñas tareas que el terapeuta pueda mandarle y que contribuirán a aportar claridad. Creemos que ese es el objetivo de una buena terapia: OBTENER CLARIDAD, que salgas de tu estado de confusión. Una vez que tienes los conocimientos y esa claridad, es cuando podrás realizar las modificaciones, pero no podrás modificar tu conducta, hasta que no entiendas la dificultad que tienes. De hecho el orden siempre es el siguiente: primero va el pensamiento, luego la emoción y por último la acción.
Muchas personas cuando llegan a consulta creen que lo que van a trabajar ante todo son las emociones, diciendo: yo no puedo controlar mis emociones, pero lo primero de todo es trabajar los pensamientos y creencias que detonan esas emociones y por las que fuiste a terapia. Por ejemplo, si ves a tu marido con una chica, lo primero que piensas de forma rápida es: Seguro que esa chica me lo quiere quitar y seguro que él se deja. Este pensamiento es el que desencadena la emoción de coraje, celos…etc. y que después te llevará a la acción que probablemente sea discutir con tu marido cuando llegue a casa.
Si en una buena terapia, analizas y puedes modificar las creencias que no te están funcionando, poco a poco empezarás a componer tus emociones. Una buena terapia también contribuye a re-escribir la historia por la que fuiste a terapia. Esto último significa: nadie nacimos en paños de oro y entornos perfectos y todos tenemos algún trauma. Ya siendo adulto, quizás creas que tienes la fortaleza para salir adelante y vivir con ese trauma, pero siempre queda algo a nivel inconsciente, residuos y vacíos que no has podido llenar. Ahí es donde ayuda la terapia, a darle un sentido a eso y ver la historia con otras lentes.
Existen todo tipo de casos, unos más severos, unos graves y otros más leves, pero si tú cuentas con alguien que te escucha sin juzgarte, sin criticarte ya es una gran ventaja para tu salud emocional. Si cuentas con la ayuda de una familiar o amigo como decíamos antes, rápidamente querrán decirte qué hacer, qué no hacer y cómo hacerlo. Pero si te escuchan y comprenden y te aportan ideas que no se te habían ocurrido antes, tu calidad de vida mejorará significativamente. Ojalá encontréis a ese psicólogo que os ayude.
PSICOLOGÍA CLAVE: Elena Sánchez-Porro Frías e Irene Albert Cebriá
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