Quizás la presencia de Raúl haya terminado con ese extraño deseo de reinventar el Real Madrid. El ídolo del madridismo moderno devolvió al club su propia conciencia histórica por una noche.
La afición, dividida estos días en extrañas guerras civiles, recordó aquellos tiempos en los que un jugador y el escudo se respetaban como una misma cosa. El eterno capitán fue aclamado en el Trofeo Santiago Bernabéu como el héroe legendario que es. Los de casa lo ganaron tras golear 5-0 al Al Sadd.
La noche estuvo repleta de detalles capaces de emocionar a cualquiera. Iker Casillas, que debió aguantar una absurda alternancia de aplausos y abucheos según sectores del estadio, tuvo el detalle de entregar a Raúl el brazalete que distingue a un futbolista como un gran líder.
Después el entrañable abrazo de nuestro monarca en presencia de una emocionada mamen puso el brocho de oro a la jornada
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