COMPAÑEROS DE TRABAJO PARTE 2: Saber detectar a los compañeros tóxicos
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La semana pasada os dábamos algunas recomendaciones para ayudar a mejorar el clima laboral en la empresa, no obstante (y por suerte una minoría) algunos compañeros de trabajo, hacen oídos sordos a este tipo de recomendaciones, convirtiéndose en auténticos compañeros tóxicos y agentes contaminantes de la atmósfera laboral.
Pasamos a describiros los posibles tipos que nos podemos encontrar y como sobrellevarlos, pues a muchas personas les crean desequilibrios tanto físicos como psicológicos, convirtiéndose el estar en el trabajo en una auténtica agonía y tragedia por el hecho de tener que verles la cara día a día. Los rasgos característicos de todos ellos sin duda es que no aportan nada positivo, no ayudan, no son empáticos ni asertivos y sobre todo son muy egoístas y egocéntricos.
Puede ocurrir, que nos cueste localizarlos, pero el cerebro siempre nos avisa en forma de tensión de que un compañero nos resulta tóxico. Esa tensión se puede traducir en dolor de cabeza, estómago, incluso nerviosismo y en muchos casos ansiedad.
- “EL MARTIR”: Es cierto que todos tenemos algunos días en los que estamos más quejosos, pero el mártir domina este arte. Todo lo que gira alrededor de este tipo de personas está ahí para ir en su contra, y él es inocente de todo lo que le sucede. Se caracterizan especialmente por no hacer nada para cambiar la realidad que tienen, actitud que provoca que nadie empatice con él o ella al no observar actitud de cambio.
- “EL INDIGNADO”: ¿Entras por la oficina y ya estás oyendo bufidos? ¿Esto ocurre día tras día? Probablemente te encuentres ante el indignado y cabreado crónico. No te regala sonrisas, ni un buenos días y parece estar ocupado todo el día, actitud que impide pedirle algo de ayuda si necesitamos algo relativo a sus funciones. Ante este tipo de personas es mejor asumir que este enfado crónico es inherente a su personalidad y de esta forma relativizaremos su forma de ser y no nos contaminará nuestro estado de ánimo.
- “EL JEFE INFILTRADO”: adueñarse de los méritos de los demás e individualizar el trabajo realizado en grupo de cara a sus superiores es su gran dominio. Grandes competidores y al lado de quienes más provecho puedan sacar y con disponibilidad absoluta hacia sus jefes. Hacen lo que sea con tal de subir a los altares del organigrama y convertirse en miembro de la cúpula.
- “EL MAL-METE”: Los reyes de la oratoria, dueños de la verdad absoluta y que exageran la parte negativa de cualquier suceso. Su filosofía de trabajo es sacar a relucir pequeños detalles negativos del trabajo de los demás, en vez de ayudarles a superar estos aspectos. La parte oculta de esta actitud, como conocemos muchos psicólogos laborales, es que este tipo de personas tienen una baja autoestima y sentimiento de inferioridad en relación al puesto que ejercen.
Ante este tipo de personas, tendemos a apartarnos, incluso a huir de ellas, pero ciertas circunstancias laborales como reuniones, viajes, comidas, obligan a tenerlas a nuestro lado. Por eso recomendamos adoptar una actitud activa de defensa de nuestros criterios, no verlas como una amenaza y seguir las recomendaciones anteriormente mencionadas para no contaminar el ambiente laboral. ¡DIENTES, DIENTES! Como dijo en una ocasión una famosa televisiva.
PSICOLOGIA CLAVE: Elena Sánchez-Porro Frías e Irene Albert Cebriá
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