Carolina Monje, novia de Álex Lequio, dice adios a su vida en Madrid y ha regresado a Barcelona.
El dolor de la novia de Alex Lequio, Carolina Monje, al dejar el piso que compartían
El último deseo de Ana Obregón tras la muerte de su hijo
El pasado 13 de mayo Álex Lequio fallecía tras una dura lucha de dos años contra el cáncer con tan solo 27 años. Una triste pérdida que ha dejado desolados a familiares, amigos, seres queridos y en especial a sus padres Ana Obregón y Alessandro Lequio y a su novia, Carolina Monje.
La joven siempre discreta ha sido un gran apoyo para Alex desde que conociera su enfermedad y le ha acompañado en todo momento en su lucha.
Pero ahora que Alex no está, Carolina ha decidido abandonar Madrid, donde compartía casa con su novio, para poner rumbo a la Barcelona y estar cerca de su familia y amigos. La joven fue fotografiada en la estación de Atocha rumbo a la Ciudad Condal con su maleta en mano. Ante las preguntas de la prensa Carolina tan solo ha querido agradecer las muestras de cariño recibidas estos días.
Además, la joven empresaria es la fundadora y CEO de la firma de ropa bajo su nombre, Carola Monje, ha regresado al trabajo. Ella es la encargada de llevar las redes sociales y su página web, algo que ha estado inactivo desde el fallecimiento de Álex Lequio hasta hace unos días, que decidió retomar su actividad laboral.
Su emotiva despedida
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Tras el fallecimiento de Alex Lequio, Carolina Monje le dedicó una emotivas palabras de despedida que reflejaban claramente su dolor: “Mi niño bonito, mi bebé de bebé, mi amor, mi luz, mi Puchum, mi TODO. Para mí siempre habrás ganado la batalla al más fuerte y al más luchador”.
”Gracias de todo corazón por estos casi dos años contigo, los mejores años de mi vida. Doy millones de gracias a la vida y a ti por haberme brindado la oportunidad de conocerte y compartir cada instante desde entonces. Nuestros amaneceres en Vivood, los paseos en Santorini, los baños helados en Laponia y nuestros atardeceres en Es Vedrà. Tengo tantísimos recuerdos juntos y todos me hacen llorar de risa o de felicidad. Nuestra manera de hablar como niños pequeños, de cuidarnos, de querernos, de amarnos incondicionalmente y apoyarnos en todo”, escribía.
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