¿Cómo afrontas los imprevistos? ¿Puedes disfrutar del plan B?
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“El agua lo vence a todo porque se adapta a todo” (Lao Tse)
Los seres humanos disfrutamos de la capacidad de poder echarle un vistazo al futuro. Digamos que nuestro cerebro puede adelantarnos qué sucederá usando complejos mecanismos. Estos tienen que ver con lo que sabemos y también con lo que queremos que suceda.
Este súper poder, que marca nuestro desarrollo, nos permite pasar de ser impulsivos a controlarnos, es decir, a cambiar nuestra conducta en base a lo que pasará en el futuro. Para explicarlo de una forma sencilla, el niño que hace los deberes para poder salir a jugar después está renunciando a descansar ahora para disfrutar de un beneficio mayor después. Podría ponerse a jugar e ignorar los deberes, pero eso tendría consecuencias en el futuro y lo sabe (o al menos tratamos de enseñárselo).
De hecho, uno de los signos de nuestro tiempo es vivir proyectados hacia el futuro, sin percatarnos muchas veces del ahora. Entonces aparece el estrés, la ansiedad, el insomnio, las preocupaciones recurrentes…
Nuestra mente nos permite imaginar complejos y variados futuros posibles. Hacemos esto con los aspectos más importantes de nuestra vida, como qué trabajo queremos tener o cómo será el día de nuestra boda; pero también con los más pequeños, como el plan para el puente, ese día importante en la oficina, etc.
De hecho, en nuestra mente el futuro puede crecer, desarrollarse, multiplicarse, e incluso tener el formato perfecto. Sin los límites normales y los imprevistos e inconvenientes no es de extrañar que en nuestra cabeza todo parezca… mejor.
Ya en la realidad, lo normal es que las cosas se tuerzan, los planes cambien y nos veamos obligados a adaptarnos o caigamos en la tristeza de no haberlo conseguido.
Os proponemos un sencillo juego. Lee estas descripciones y trata de identificarte.
CUANDO LA COSA SE TUERCE YO:
A) Cuando las cosas no salen como había previsto me siento decepcionado. Siempre doy lo mejor de mí, así que espero el mejor resultado. Puedo recomponerme y salgo adelante, pero con la pena de saber que podría haber sido mejor.
B) ¡Uf! Me descolocan bastante los cambios. Me gusta tener las cosas bien planificadas de antemano, y no se me da muy bien improvisar. Siento la presión y me abruma.
C) Bueno, tengo experiencia en manejar varias cosas a la vez. Cuando algo no sale como tenía pensado me paro, tomo aire e intento ver qué opciones tengo.
A los del C, enhorabuena. Parece que lleváis los cambios como la mayoría de los mortales. Para todos los demás, aquí os dejamos algunos consejos para ser más flexibles y disfrutar de lo imprevisible.
¿POR QUÉ NECESITO QUE SALGA PERFECTO?
Cualquiera con una vena perfeccionista sabe que se exige más que otras personas. Pero ¿es bueno exigirse el 100% en todo? ¿Y bajo cualquier circunstancia? Las personas somos complejas y vivimos en situaciones de muchos factores que afectan a nuestro rendimiento, claro está. Pero más allá de esta perogrullada está la pregunta importante ¿por qué necesito que salga perfecto? ¿Son mis resultados los que me definen? ¿Tengo permiso para estar cansando, no entender o simplemente, pasar de algo?
Puede que respondiendo estas preguntas comprendamos mejor qué nos sucede en esos momentos y podamos dar el siguiente paso: relativizar.
TODO PASA
Ni el éxito ni el fracaso son constantes, así que ¿para qué detenerse en el resultado? Lo único constante es el cambio: nada puede detenerlo, ni siquiera nuestra voluntad. Por eso, cuando las cosas no salen como esperábamos siempre podemos saludar al cambio y sumarnos a él, dejarlo fluir. A partir de ahí podemos encontrar soluciones, abrirnos a nuevos deseos, enfrentar nuevas circunstancias. Es en esos momentos donde las personas se sienten más vivas y aprenden más cosas.
La gente rara vez recuerda lo que sale bien. Nuestros recuerdos son de los desafíos, las incomodidades y los inconvenientes que todos tenemos que enfrentar.
APRENDE ALGO NUEVO DE TI
Y es en estas situaciones donde afloran partes de nosotros que no conocíamos o a los que estamos prestando poca atención. Mira hacia atrás y recuerda la última vez que tuviste que enfrentar un imprevisto: ¿qué hiciste? ¿Tuviste alguna buena idea? ¿Encontraste ayuda en los demás? ¿Te llevó a un sitio diferente? ¿Aprendiste algo? ¿Viviste algo que no esperabas?…
Seguramente descubras algo que habías pasado por alto. Algo que te haga ver el conjunto desde otra perspectiva.
Os deseamos una feliz semana, con sus imprevistos y todo.
Elena Sánchez-Porro Frías e Irene Albert Cebriá.
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