Incluso los cambios que más ilusión nos hacen pueden hacernos perder el equilibrio. Lo sabe todo aquel que comienza un nuevo trabajo o emprende una mudanza o una reforma. En esos momentos, cuando lo que imaginábamos o anticipábamos empieza a tomar forma, el estrés y la preocupación afloran.
Ponerse manos a la obra implica dejar atrás una seguridad y una rutina. Incluso cuando se hace buscando una mejora, no dejamos de atravesar circunstancias especiales. Especialmente cuando es una familia o una pareja la que afronta un cambio significativo, conviene tener paciencia y saber escuchar al otro. Todo sea para poder “cambiar” juntos.
Para todos aquellos que encaran el nuevo curso transformando su vida de alguna forma, os ofrecemos algunas reflexiones y apuntes.
Por qué
Quizá en muchas situaciones nos haya invadido la sensación de que deseamos un cambio. A veces puede haber sido impulsado por algo negativo que intentábamos evitar y otras sólo queríamos mejorar o hacer algo distinto. En cualquier caso, analizar los motivos que nos llevan a tomar una decisión siempre será beneficioso. Así podremos evaluar si detrás de nuestra necesidad de cambio hay motivos verdaderos, potentes y sanos. Si estamos pensando en la venganza, el desafío a otros, la envidia o el resentimiento, no es seguro que nuestro camino nos lleve a un sitio mejor. Estudiemos con sinceridad qué nos mueve. De esta forma nos resultará mucho más fácil mantener la ilusión y la confianza, así como explicarles a otros nuestro propósito.
Esto es especialmente importante cuando nuestras decisiones implican a nuestros hijos. Si su vida se ve afectada, por ejemplo, con una mudanza que conlleva un cambio de colegio, debemos priorizar atender a sus sentimientos, resolver sus preguntas y proporcionar seguridad.
Cómo
Trazar un plan sensato y meditado es un paso imprescindible para que las cosas puedan salir bien. No sólo basta con tener claro cómo queremos que suceda, sino los inconvenientes y problemas que puedan surgir. De esa forma estaremos preparados para afrontarlos cuando aparezcan y la tensión no subirá en extremo.
Antes de emprender cualquier cambio conviene recordar que las cosas no tienen por qué salir bien a la primera. Los contratiempos son lo esperable y seguro que se cometerán errores. Teniéndolo claro desde el principio podemos deshacernos del miedo paralizante y de la culpa cuando algo no salga como esperamos.
Déjate ayudar
De nuevo, incluso cuando los cambios son claramente positivos, van a aparecer tensiones, desencuentros y preocupaciones. Si nos ofrecen ayuda, ¿por qué no dar las gracias y aceptar? Siempre necesitamos un respiro o delegar alguna cosa, lo lógico es que no lleguemos a todo.
Haz balance
Cuando nuestro cambio finalice, una mirada hacia atrás con perspectiva nos hará sacar conclusiones. ¿Qué es lo mejor que hemos hecho? ¿Qué nos gustaría seguir mejorando? ¿Ha merecido la pena?
Cambiar tiene que ver con aprender y es una condición inmutable de la vida. Disfrutemos de los cambios que podamos disfrutar y afrontemos los demás con fuerza y optimismo.
Elena Sánchez-Porro Frías e Irene Albert Cebriá.
Deja un comentario