Bulgaria, un destino sorprendente (I): Sofía

  Por Vanessa Pragasam

Si estás pensando probar culturas, gastronomía y experiencias nuevas y sorprendentes, os recomiendo que viajéis a Bulgaria, un destino turístico de lo más recomendable fuera de las típicas ofertas.
Situada en el sureste de Europa, en la Península de los Balcanes, se encuentra rodeada de países como Rumanía, Grecia, Turquía, Macedonia y el Mar Negro, emplazándola en un marco incomparable geográfica y multiculturalmente. Aunque se integró hace poco en la Unión Europea (2007), su moneda oficial sigue siendo el LEV (mitad de un euro aprox.) y aún manifiesta su pasado bajo la sombra de Moscú… Un lugar desconocido que no muestra especial interés entre las masas de turistas pero que tiene mucho que ofrecer.
Nuestro viaje dura 4 días, lo justo para recorrer la zona oeste del país, Sofía y los pueblos cercanos… El tiempo perfecto para hacernos una idea de cómo es el país.
El avión desde Madrid a Sofía tarda 3 horas. Los vuelos de Ryan Air o Wizz Air (compañía búlgara), los viernes, llegan por la noche pasadas las 12, así que, al estar los bancos y oficinas de cambio cerrados, sacamos algo de dinero en un cajero automático para el taxi y gastos pequeños que no se pueden pagar con tarjeta (la moneda LEV no se puede cambiar en España).
El centro de Sofía se encuentra a 10 km del aeropuerto y está muy bien comunicado, por taxi o metro. Los precios son bastante razonables, con lo cual os recomiendo el taxi, más rápido y cómodo, 7-8€ por un trayecto de 20 minutos. Nos dirigimos al mostrador de la compañía de taxis “O.K. Taxi”, que es la única que tiene licencia para operar en el aeropuerto e indicamos la dirección de nuestro hotel. Nos entregan un papel que luego debemos dar al taxista (todo muy controlado). Si optáis por el metro, el precio son 0,80€ por trayecto.

El alojamiento en Sofía es muy barato comparado con los hoteles de otras capitales europeas como Londres, París o Roma, pero al ser una ciudad de contrastes, sus hoteles también lo son: muy buenos o muy malos. El centro se encuentra en el área de Serdika y Sofía University, zona donde se concentra la mayor parte de las atracciones turísticas, comerciales y de restauración. Nosotros nos alojamos en el Hotel Sense Sofía, situado en la avenida principal, casi enfrente de la Catedral de Alexander Nevski.

Día 2: Comenzamos nuestro día en Sofía, una de las ciudades más antiguas de Europa. En el siglo VIII a.C se estableció la tribu tracia serdí atraída por las aguas termales que se encontraban allí y dieron el primer nombre a la ciudad: Serdica. Siglos más tarde fue ocupada por los macedonios y posteriormente por los romanos. La ciudad adquirió el nombre de Sofía a finales del siglo XIV, adoptando el nombre de su símbolo y templo principal, la Basílica de Santa Sofía. Ha sufrido un increíble desarrollo en los últimos años gracias a su adhesión a la Unión Europea y a la apertura de las fronteras económicas pero los contrastes entre clases sociales y los edificios siguen siendo impresionantes. Es una ciudad de corte clásico con grandes rasgos perdurables de los tiempos no tan lejanos del comunismo que guarda joyas bizantinas y otomanas ancladas en el pasado.
Al ser una ciudad pequeña y tener todos los monumentos muy cerca unos de otros, facilita el poder recorrerse a pie.

Tomamos uno de los bulevares más importantes de Sofía, Zar Osvoboditel (hacia la derecha), para ver el monumento al Zar que da nombre a la calle. Una estatua ecuestre de bronce de 14 metros de altura erigida en honor al Zar ruso Alejandro II que fue quien liberó a Bulgaria de la dominación otomana durante la guerra ruso-turca. Justo enfrente tenemos el Asamblea Nacional (9), un edificio neo- clásico que es el órgano parlamentario unicameral que ejerce en esta república el poder legislativo y de control al gobierno.

Si continuamos por la misma acera del parlamento, nos encontramos con la Universidad de Sofía (10). Diseñada por un arquitecto francés, tiene 15 facultades y reúne a más de 14.000 alumnos.

Volvemos sobre nuestros pasos para disfrutar de una de los edificios más emblemáticos e identificativos de Sofía: la Catedral de Alexander Nevski (1). Finalizada en 1912, esta catedral ortodoxa rusa, muestra la estrecha relación entre Rusia y el pueblo húngaro al conmemorar a los rusos caídos y la ayuda que prestó el zar Alejandro II de Rusia en la Guerra búlgaro-otomana, que desembocó en la independencia de Bulgaria. Es de admirar su estilo neobizantino que predomina en la facha y su opulenta decoración, mosaicos y murales.

Muy cerca de la catedral podemos visitar la Iglesia de Santa Sofía, la más antigua de la capital búlgara y la que da nombre a la ciudad. De ladrillo rojo, destaca su necrópolis subterránea donde se encontraron tumbas mamposteadas del siglo IV.

Seguimos con nuestra ruta por esta monumental ciudad. A continuación visitamos la Ópera Nacional (3), uno de los centros neurálgicos de la vida cultural búlgara con un edificio de lo más impresionante, presidido por una bella columnata coronada por un friso con motivos alegóricos a la liberación búlgara.

Siguiente parada, la Galería de Arte Nacional (4). Un edificio neo-clásico del siglo XIX con ciertas connotaciones châteauesque que fue el antiguo palacio real de la monarquía búlgara antes de su abdicación en 1946. Declarado monumento cultural en 1978, contiene más de 50.000 piezas de arte búlgaro.

Sin duda el edificio que más recuerda a la época comunista es la Casa del Partido (13), justo al lado de la Galería de Arte. Antigua sede del Partido Comunista, fue levantado como símbolo de poder. Un edificio muy austero de granito gris, con una columnata neoclásica y en su cima hondea la bandera tricolor búlgara, mientras en el pasado lo haría la estrella roja comunista, expuesta hoy en el Museo de Arte Socialista con las demás reliquias del régimen. 

Estamos ya en la Plaza de Serdika, el centro de la ciudad, clásico punto de partida de los recorridos turísticos de la ciudad y donde comienza la calle o bulevar Vitosha. Es la calle más comercial de Sofía y por ello uno de los lugares con más actividad y más concurridos. Nos acercamos a ver la Mezquita Banya Bashi (6) justo enfrente del Mercado Central (16). Construido a finales del siglo XVI durante la dominación otomana es considerada una de las mezquitas más antiguas de Europa. El edificio fue levantado sobre unos baños termales y, de hecho, aun en la actualidad el vapor de agua se filtra al exterior por algunos respiraderos que hay en los muros del edificio.

Bulgaria es un país rico en aguas termales. A lo largo de su territorio se pueden encontrar aguas que oscilan entre los 30 y 90 grados. Debido a esas aguas se fundó la actual ubicación de Sofía. Los Baños Centrales se encuentran justo detrás de la Mezquita y fueron construidos en 1906 donde se encontraban unos antiguos baños turcos. El edificio es de estilo Secesión con elementos ornamentales típicamente búlgaros, bizantinos y ortodoxos. En su interior podemos encontrar varias piscinas y salas para tratamientos corporales. Os recomiendo que os acerquéis a las fuentes termales (14), detrás de los Baños. Son unas fuentes de agua mineral natural famosas desde hace siglos por sus increíbles propiedades curativas y todo ciudadano aprovecha para rellenar su botella gratuitamente.

Es la hora de comer, así que volvemo al Bulevar Vitosha y picamos algo en su parte semipeatonal que está llena de terrazas y restaurantes y, es donde las tiendas, outlets y boutiques de marcas internacionales se han establecido en los últimos años.
A escasos pasos está la Catedral de Sveta Nedelya (5), en una plaza que rebosa actividad. En 1925 fue escenario de un atentado terrorista por parte de los comunistas en el funeral de estado del general Konstantin Georgiev, en el cual, se derrumbó la cúpula de la catedral. Lo que vemos hoy en día es una reconstrucción de la original.

A escasos metros, el Palacio de Justicia (8), que sigue siendo el mayor monumento arquitectónico de la ciudad.

Estamos llegando al final de nuestra ruta turística por la ciudad. De camino al hotel, atravesamos el parque City Garden, el más antiguo de la ciudad y donde se encuentra el Teatro Nacional Iván Vazov (2), uno de los principales centros culturales de la capital de Bulgaria, de principios del siglo XIX y de tintes neoclásicos. Sus líneas de arquitectura barroca lo hacen inconfundible.

Agotados de tanto andar, toca descansar un rato en la habitación para luego cenar en la terraza de nuestro hotel, disfrutando de una de las mejores vistas de la catedral de Alexander Nevski. 

Mañana nos vamos a visitar el Monasterio de Rila y Plovdiv, pero eso os lo cuento en la segunda parte de mi post. 

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