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Las distracciones pueden llegar a ser buenas, pero solo con moderación. Las distracciones también nos permiten adentrarnos en retos y metas nuevas, y por supuesto también nos suponen una vía de escape a las preocupaciones diarias.
Pero debemos tener en cuenta que hacer varias cosas a la vez obliga tener a la mente en un cambio constate de objetivo; esto resulta estresante para el cerebro y malgasta mucha energía. Conectar y desconectar rápidamente nos agota, aunque por ejemplo, el ruido de un email que acaba de entrar en nuestra bandeja de correos produzca placer porque activa el área de recompensa del cerebro, que tal vez espera que ese correo electrónico sea una buena noticia.
El impacto de esta conexión y desconexión constante puede llegar a suponer una noche sin dormir sobre nuestro cociente intelectual. Por ejemplo ya solo las distracciones en el puesto de trabajo suponen una media de 2 horas al día, lugar en el que el foco de atención se cambia hasta 20 veces a la hora, ¿te das cuenta del consumo de energía que hemos derrochado? Hay que tener muchísima fuerza de voluntad para no distraerse constantemente, y para entrenar esta habilidad, vamos a crear espacios para la no distracción.
Las actividades y experiencias más placenteras son aquellas que nos absorben en cuerpo y mente, las que no están infectadas de pensamientos negativos y distracciones constantes, por ejemplo: cuando conduces disfrutando del camino, cuando comes tranquilamente tu plato favorito, cuando tocas un instrumento, cuando practicas tu hobby o simplemente cuando realizas acciones del día a día tan sencillas como lavarte los dientes.
Diferentes investigaciones en la universidad de Harvard han demostrado que normalmente nuestros pensamientos no tienen nada que ver con lo que estamos haciendo. Sin embargo han comprobado que cuando nuestros pensamientos y acciones coinciden, somos mucho más felices. Se trata en definitiva de vivir el presente. Y es que si consigues centrarte en una tarea concreta, y si logras terminarla, sentirás satisfacción, y si encima te ha costado esfuerzo, tendrás una inyección adicional de endorfinas que contribuyen a ese estado de bienestar positivo. Esta es la experiencia que se conoce como fluir (flow).
¿Qué es fluir? Es la experiencia en la que estás totalmente concentrado en una actividad concreta llegando a olvidarte de todo lo demás. ¿Cómo puedes conseguirlo?
- Deja en un lugar visible apuntado un objetivo claro y conciso que quieras lograr. Por ejemplo: hacer footing.
- Cuando salgas a correr, vayas al gimnasio o quedes con amigos para practicar footing, observa cada paso que das, como se apoyan tus pies en el suelo, como late tu corazón. Siente la satisfacción de que ya has empezado a hacer algo para lograr tu objetivo.
- Si vienen a tu mente otros pensamientos, no te obceques en bloquearlos. Ya se irán. Tan solo vuelve tranquilamente a los pensamientos relacionados con tu carrera: como das cada pisada, el movimiento de brazos que llevas, los metros recorridos, etc.
- Ponle nota al reto que te estás marcando según el esfuerzo que te esté suponiendo. Ni demasiado porque te frustrarías, ni poca porque te aburrirías. Esta nota puedes irla ajustando a medida que mejores.
- Búscate a un amigo, familiar o a un cómplice con quien puedas comentar tu reto, incluso que este te pueda ayudar a modificarla para que te resulte más atractiva la consecución del reto. Puede darte consejos para mejorar.
Recuerda que la finalidad no será exclusivamente hacer ejercicio, sino practicar ejercicio dominando las distracciones, buscando ese sentimiento de concentración y plenitud, que hemos descrito antes y que se conoce como fluir. Cuando consigas sentirlo y lo hayas practicado con un solo objetivo inicial que te hayas marcado, podrás trasladarlo a otros ámbitos de tu vida y disfrutarás más de cada momento
Fuente: Elsa Punset.
PSICOLOGIA CLAVE: Elena Sánchez-Porro Frías e Irene Albert Cebriá.
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