PARTE 2 – ¿Cómo solucionar mi adicción?
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Si has reflexionado lo que comentábamos en el post anterior (puedes leerlo AQUÍ), quizás te habrás dado cuenta que si eres un AA, prefieras no equivocarte, paralizarte y vivir en un mundo de indecisión en el que los demás decidan para no fallar. Los AA prefieren victimizarse y padecer inconscientemente de forma dolorosa para no ser objeto de críticas y burlas de los demás.
Los AA tienen miedo a defraudad y decepcionar, lo que provoca que no fluyan socialmente porque piensan que se van a equivocar, que van a hacer el ridículo y que no van a querer salir más con él/ ella. Y realmente, es el estar tan tenso, el querer agradar a los demás forzadamente, lo que hará que los demás no quieran estar con un AA, no por su pensamiento de que es rechazable, sino por su conducta.
Hace tiempo, en consulta, una señora nos decía: “busco que mi familia esté contenta con mis acciones aunque no me guste lo que hago”. Este es el sacrificio que hace un AA, corriendo el peligro de perderse a sí mismo: ya no sabe lo que le gusta, lo que quiere. No piensa en sí mismo, por la ansiedad de dar gusto al resto.
Los AA modifican su conducta para agradar a los demás de forma compulsiva, no lo deciden, lo necesitan adictamente como una droga. Saben que les hace daño, pero necesitan consumir y a cualquier precio. Se entregan a sí mismos para recibir migajas de aprobación para tirar adelante, pues en su infancia aprendieron que aprobación es igual a aceptación.
Los AA son vulnerables a abusos por parte de otros porque son complacientes. Pero por otro lado, acaban siendo los que aburren, por intentar agradar todo el rato. Esto provoca que los AA desarrollen sentimientos de inferioridad y por tanto se desencadenen conductas de abnegación y sacrificio.
¿QUÉ HACER SI ERES ADICTO A LA APROBACIÓN?
Lo primero de todo tienes que ver qué relación tienes con tus más cercanos. Una persona que te quiere, no te va a exigir que hagas algo por él/ ella, te seguirá diciendo que te quiere a pesar de tus errores y de que no le tengas sonriente todo el día.
Si alguien se relaciona contigo a través de recibir favores tuyos, no es alguien que necesites. Es una persona a la que tú le enseñaste que así funcionabas y es alguien que no te acepta pero aprueba tus conductas. Por ejemplo sucedería: Este tío me cae mal, pero siempre trae mucho vino, asique le invito a mi fiesta para que nos tenga surtidos. En este caso eres valioso por lo que haces, no por quien eres.
Tienes que aprender a decir NO, a expresar tus puntos de vista y darte cuenta de que no siempre todas las personas van a aprobar lo que tu apruebas, pero nadie tiene derecho a rechazarte por quien eres.
Una vez empieces a expresar tus opiniones, si notas que la gente se aparta de tu lado, es que esas personas en primera instancia no tenían que haber aparecido en tu vida. Permanecerán aquellas que noten que “te estás volviendo más respondón/a” (en el buen sentido), pero a la vez también noten que estás más feliz y contento/a. Esas pocas que se queden son las que valen la pena. No eres un objeto para ser evaluado por sus utilidad a los demás, pero tampoco caeremos bien siempre.
Cuestiona lo que dice la voz de tu mente. Esta aprendió a decirte: haz esto, paga las copas, pregunta si todo está bien, etc. Tu mente ha aprendido a tener miedo al rechazo desde bien pequeño/a. Como adulto hazte cargo de eso y preguntante. ¿Es real lo que me dice la mente? ¿De veras me dejarán de querer si dejo de hacer favores? Deja de hacer lo que tu mete te ordene y haz lo que te convenga.
La próxima vez que alguien te pida un favor y notes que no te conviene, antes de caer, respira, cuenta y piensa: ¿es realmente lo que quiero hacer? ¿Por qué quiero hacerlo? ¿Por aprobación? Te intentarán convencer, chantajear, pero ten la fuerza para valorar lo que tú necesitas y lo que te conviene.
Aprende a decir no a los demás, pero como te decíamos antes, sobre todo a la voz de tu mente. Cuando la mente te ordene que debes hacer cosas de sacrificio para que los demás no se enfaden contigo, a la voz de tu mente dile NO.
Cuídate de no pasar al extremo contrario, volverte más egoísta, más refunfuñón/a. Es importante pertenecer a un grupo social y cuando hablamos de decir NO, no significa decir NO a todo. Simplemente que pares a pensar si es algo que quieres hacer y por qué quieres hacerlo.
PSICOLOGÍA CLAVE: Elena Sánchez-Porro Frías e Irene Albert Cebriá
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