A pesar de la tranquilidad que representan para la mayoría las vacaciones estivales, es noticia desde hace días el último brote de la enfermedad ocasionada por este virus en el África Occidental y que sigue propagándose por Guinea, Sierra Leona, Liberia y Nigeria. Registrándose por el momento casi mil fallecimientos.
-El virus toma su nombre del río Ébola (en la República Democrática del Congo, antiguo Zaire), donde fue identificado por primera vez en 1976 tras una epidemia en la que se detectaron 318 casos y 280 muertes con una tasa de letalidad del 88%.
-Este virus de la familia de los «filovirus», virus con estructura filamentosa, ocasionará la fiebre hemorrágica viral del Ébola, una enfermedad muy grave infecciosa, altamente contagiosa y que podrá afectar tanto a seres humanos como a diversas especies animales.
El virus es transmitido a los humanos por animales salvajes propagándose en las poblaciones humanas por transmisión de persona a persona por contacto estrecho con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales. Se considera que los huéspedes naturales del virus son un tipo de murciélago (de la fruta) y no los monos. Se han documentado casos de infección asociados a la manipulación de chimpancés, gorilas, murciélagos frugívoros, monos, antílopes y puercoespines infectados que se habían encontrado muertos o enfermos en la selva.
–Síntomas: Clínicamente y tras un periodo de incubación (intervalo desde la infección hasta la aparición de los síntomas) que varía de 2 a 21 días, se suele caracterizar por la aparición súbita de fiebre, debilidad y postración intensa, con dolores musculares, de cabeza y de garganta, lo cual va seguido de vómitos, diarrea, erupciones cutáneas, alteraciones de la función renal y hepática y, con cierta frecuencia, hemorragias internas y externas, sangrando en los vómitos, por nariz, boca, ojos y ano.
-El diágnostico: Únicamente podrá hacerse con certeza con diversas pruebas de laboratorio que deben realizarse en condiciones de máxima seguridad.
-El tratamiento: No existe ninguno específico, precisando la mayoría de “cuidados intensivos” para realizar tratamiento sintomático y de soporte vital con correcta rehidratación por vía intravenosa, antitérmicos, etc.
No existiendo vacunas eficaces por diversas causas como la fácil trasformación del virus, el alto riesgo para los investigadores e incluso el escaso pobre retorno económico dada las condiciones de la zona afectada.
-Terminar resaltando el mérito casi suicida de los sanitarios, cuidadores, etc. que atienden a estos seres humanos a pesar del enorme peligro de infección.
Dr. M. A. Bufalá
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