Qué podemos hacer cuando no llevamos el mismo paso en la pareja
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Es normal que parejas que llevan ya tiempo juntas desacoplen su paso. De pronto, ya no miramos tanto al otro, sino al frente, a nuevos caminos y desafíos. Esto no tiene por qué significar una ruptura, pero muchos lo viven como un abandono y otros están pensando realmente en salir de la relación.
Todos somos seres cambiantes y, afortunadamente, nuestros deseos y motivaciones fluyen y se transforman. También lo hacen las etapas vitales y los deberes y obligaciones que tenemos que enfrentar. Lo ideal sería que nuestras parejas comprendiesen internamente y a la velocidad de la luz qué necesitamos, pero nadie lee la mente. Lo normal (y también lo bello) es que tengamos que resolver esto comunicándonos.
Casi todas las relaciones comienzan su andadura con mucha intensidad: pasamos el tiempo libre juntos, planeamos, hablamos continuamente y nos esforzamos para que el otro se sienta atendido y valorado. Nos sale sin pensar, porque la pareja es el centro.
Si esta idílica situación continúa y la pareja se fortalece y, en muchos ámbitos, comenzamos a funcionar como uno. Tomamos decisiones conjuntas, establecemos planes de vida, asumimos responsabilidades para con el otro…
En este post queremos hablar de lo que sucede cuando la pareja crece y se vuelve real. ¿Qué pasa cuando debemos lidiar además con nuestras propias vidas? Tenemos que llevarlas adelante, responder en el trabajo, cuidar de la familia, conseguir nuevos objetivos o perseguir otros sueños. ¿Cómo podemos seguir dándonos la mano mientras caminamos hacia adelante?
Vamos a explorar mejor este cambio en la dinámica de la pareja centrándonos en ejemplos cotidianos.
Caso 1: Uno de los dos quiere cambiar de trabajo y eso nos afecta a ambos
El mundo del trabajo es más cambiante ahora que hace quince años. No es raro que las personas cambien de puesto de trabajo y también de profesión, incluso varias veces en su vida. ¿Qué sucede cuando nuestra fantástica vida en pareja se puesta a prueba por uno de estos cambios? ¿Y si tenemos que mudarnos? ¿Y si este posible ascenso te deja sin tiempo libre durante algunas semanas? Probablemente estemos asustados incluso antes de que suceda. También podemos sentirnos descuidados cuando el otro emprende un proyecto que ocupa su mente.
¿Qué puede ayudar? Comunicarnos
No hablamos únicamente de ofrecer o pedir información, sino de comprender las motivaciones que llevan al otro a querer cambiar. ¿Qué está buscando en su desarrollo profesional? ¿Por qué será bueno aceptar? ¿Qué lugar tendremos nosotros en la nueva situación? ¿Nos están tomando en cuenta? ¿Tenemos miedos que estás influyendo en las decisiones del otro de una forma irracional? No se trata solo de analizar situaciones, sino de embarcarnos o no en un proyecto que a lo mejor no nos pertenece. Pero podemos hacerlo nuestro también. Y podemos dar “permiso” al otro para concentrarse si lo necesita. Pensemos en lo agradecidos que nos sentimos cuando otro comprende y nos facilita las cosas.
Podemos reconvertir un temor o un desafío en un hito de la pareja, un momento superado que nos hace sentir más conectados y más fuertes. Eso se consigue hablando por encima del miedo, expresando nuestros sentimientos y llegando a pequeños acuerdos que nos transmiten que el otro no ha desaparecido.
Caso 2: Hemos tenido un hijo y nos sentimos inmersos en su cuidado
Como todo el mundo sabe, la llegada de un hijo al que cuidar, sobre todo en sus primeros años, es un desafío para la pareja y a nivel personal. Se invierte mucha energía, se duerme menos y se sacrifican muchas cosas. La relación puede resentirse si no tenemos tiempos fuera o nos sentimos abrumados o solos en la tarea.
A veces sentimos que el otro no se ocupa lo suficiente de esta tarea de los dos. Otras anhelamos esos momentos que era únicamente nuestros.
¿Qué puede ayudar? Responsabilizarnos y tomar respiros
Hablemos con el otro: ¿Qué necesita? ¿Hay algún momento del día en el que se sienta realmente abrumado? ¿Podemos intercambiar alguna tarea para que el otro se sienta más aliviado? De nuevo, no se trata de intercambiar información sin más, sino de que perciba que queremos cuidar de él. En el caso de que seamos nosotros lo que parecemos necesitar algo más de ayuda, pidámosla y agradezcamos que nos la den.
Para que la pareja pueda existir fuera de su rol de cuidadores, de padres, será necesario buscar algo de tiempo para estar a solas. No descuidemos tampoco el tiempo para nosotros mismos. Si tenemos que invertir en niñeras o pedir algo de ayuda a los abuelos, tíos o vecinos, está bien. No nos pongamos expectativas muy altas: quizá ese viaje de una semana fuera del país tenga que esperar, pero un fin de semana fuera, con tiempo para dormir, pasear y, simplemente, estar juntos, pueden hacernos mucho bien.
Os deseamos una feliz semana.
Elena Sánchez- Porro Frías e Irene Albert Cebriá.
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