La semana pasada explorábamos la idea de dejar atrás algunos sentimientos y temores con el cambio de año. Para muchos, el Año Nuevo tiene una dimensión simbólica y nos ofrece la posibilidad de renovarnos. Podemos usar este simbolismo para tomar fuerzas y animarnos a cambiar.
Vamos a seguir revisando de qué podemos deshacernos este 2017 para encontrar mayor estabilidad y felicidad.
LA TRISTEZA
La tristeza es una parte esencial de la vida, con tanta importancia y sentido como la felicidad. No queremos hablar aquí de la tristeza coherente, necesaria, que todos podemos experimentar un algún momento, ni tampoco de la que acompaña a los procesos de pérdida y duelo. Nos referimos más bien a la tristeza que resulta de sentimientos de impotencia, cuando nos parece que no hay nada que podamos hacer con un problema, o cuando no podemos superar algo que nos ha sucedido. Quizá nos hayamos sentido mal tratados, o tengamos la sensación de que se ha producido una gran injusticia. En cualquier caso, si la tristeza está empañando nuestras vidas, podemos plantearnos por qué y afrontarla.
Está claro que la tristeza no se desvancerá así como así, pero podemos hacernos cargo de la situación, afrontarla y buscar ayuda si lo necesitamos.
Lo cierto es que el dolor mejora cuando se expresa y se comparte. Dado que todos pasamos por situaciones parecidas podremos apoyarnos en los demás.
LA DECEPCIÓN
Esta emoción compleja que no deja de ser común, a veces puede marcar profundamente nuestra vida. En algunas situaciones nos sentimos decepcionados por los demás, mientras que en otras se nos transmite que hemos sido nosotros los que hemos decepcionado a alguien. Partiendo de la base de que todos cometemos errores, debemos recordar que no es nuestro deber tener a los demás felices y satisfechos. Después de todo, no somos niños respondiendo ante adultos. Si alguien nos echa en cara que le hemos decepcionado, seamos conscientes de que se trata de una forma de manipulación.
Cuando nuestra opinión o nuestra manera de conducirnos en la vida resulta decepcionante para otro, no podemos hacer nada. Es una pena, pero no nuestra responsabilidad. Recordemos que no somos responsables de lo que los demás piensan, hacen y sienten. Comenzar a pensar de esta manera nos hará más libres.
Esperamos que este fin de año nos deje espacio para pensar en lo que deseamos cambiar. Centrémonos en cómo deseamos que sea nuestro 2017, para estar más felices y más sanos.
Feliz Año Nuevo.
Elena Sánchez-Porro Frías e Irene Albert Cebriá.
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