Como ya vimos en los post de las semanas pasadas, las expectativas sobre cómo deben ser las Navidades están ahí, y a veces tenemos que deshacernos de ellas, reinterpretarlas o, en el mejor de los casos, verlas cumplidas.
Una de estas expectativas es la de que la familia debe encontrarse para vivir un momento de armonía. Pero, ¿qué significa realmente esta palabra tan usada? Podemos verla en anuncios de yogur, en las puertas de los herbolarios y en las felicitaciones navideñas. Pareciera como sí, gracias a las fiestas y su influjo mágico, todos pudiéramos sintonizarnos.
Por desgracia, la mayoría de nosotros sabemos que eso no pasará, y que nos limitaremos a ser cordiales y amistosos, y, como mucho, desactivaremos alguna “conversación-bomba” durante la cena de Nochebuena. Sin embargo, queremos explorar cómo la armonía empieza en nosotros mismos y no tiene que ver necesariamente con los regalos y las cenas.
Vamos a explorar cómo podemos ponérnoslo fácil estas Navidades, para no terminar necesitando otras vacaciones.
¿QUÉ VAMOS A HACER ESTE AÑO?
Los días van sucediéndose en el calendario y nos acechan las compras, las cenas de trabajo, las comidas familiares, decorar la casa, rellenar la nevera y pensar hasta en el último detalle. Nada relajante, ¿verdad? Se trata de un trabajo de gran envergadura, extenuante y que muchas veces acaba en decepción.
Antes de que se nos echen encima, definamos qué significan para nosotros estas fiestas. ¿Tienen una dimensión espiritual? ¿Son momentos en los que deseamos estar con nuestra familia? ¿Son las vacaciones que hemos estado esperando y necesitando?
Respondiendo estas preguntas podemos redefinir qué queremos hacer de verdad estos días, o al menos, saber qué necesitamos para llevarlos mejor.
CONCÉNTRATE EN LO IMPORTANTE
Una buena planificación de lo que sucederá nos ayuda a recuperar la sensación de control (siempre habrá cosas que podamos controlar y otras que no). En definitiva, es una manera eficaz de reducir el estrés.
En el caso de que hayas decidido mantener las Navidades tradicionales de familia, comida y regalos, vamos a enfrentarnos a un montón de tareas y compromisos.
Para mantener la calma nos ayudará recordar lo que significa realmente estar en familia y celebrar. No tiene que ver con dejar contentos, sorprendidos y con el estómago lleno a un montón de gente, aunque haya quien lo identifique con eso. Como decíamos antes, la Navidad llega con un montón de expectativas que los anuncios, la televisión y las tiendas nos repiten machaconamente: sé un buen anfitrión, acierta con el regalo perfecto, cocina algo que los deslumbre, entierra a los niños en juguetes…
Pero ¿es eso justo con nosotros mismos? ¿De verdad necesitamos dejarnos la piel para pasar buenos momentos? ¿Se puede satisfacer a todo el mundo? Quizá baste con estar juntos, tener una buena conversación en la medida de lo posible, alabar al cocinero y sentirse agradecido. Relativicemos y recordemos que son solo reuniones familiares, comidas o cenas.
No tengas miedo a decir que no y delega en los demás. Si te ves saturado, externaliza servicios: siempre puedes organizar la comida fuera de casa, contratar un cátering o comprar alguna de esas cenas navideñas ya preparadas que tan buena fama tienen. Lo importante es tu bienestar y está por encima de una cena de tres platos.
PLANIFICA LOS GASTOS CON ANTERIORIDAD
Uno de los motivos que más estrés causa durante las vacaciones de Navidad es el gasto. Es bueno ceñirse a un presupuesto realista y, en la medida de lo posible, buscar los regalos con anterioridad.
Huyamos de las compras de última hora en centros comerciales abarrotados. Lo que conseguiremos allí será un ataque de nervios y odiar el hilo musical.
CUIDA TU SALUD
En estas fechas, las comilonas largas, la mezcla de productos diferentes y el alcohol pueden hacer estragos en nuestro aparato digestivo. Conviene pasarse a las comidas muy ligeras fuera de los días señalados, comer fruta y verdura y, si es necesario, tomar medicamentos que protejan nuestro estómago para que llegue en buena forma al año que viene.
Del mismo modo nuestro descanso puede verse afectado por las largas digestiones, las bebidas alcohólicas y el trasnochar. Planifica momentos de descanso y úsalos. Haz ejercicio de forma moderada.
Para algunos, el estrés de esos días se traduce en dolores musculares, de cabeza, lumbares… Simplifica la carga de trabajo y está atento a tus señales corporales. Buscar cinco minutos para relajarse y tomar las cosas con calma puede ahorrarnos una jaqueca.
Elena Sánchez- Porro Frías e Irene Albert Cebriá
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