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¿Qué es perdonar? ¿Quién nos enseña a hacerlo? ¿Qué efectos tiene sobre nosotros?
En los recreos es donde uno aprende a perdonar. Y también en casa, con los juegos entre hermanos o primos. Todos los niños, a partir de cierta edad, saben que después de una trastada o de un manotazo tienen que venir las palabras mágicas: lo siento, perdona, no lo volveré hacer…
El del perdón es un asunto complicado. Comenzamos a “entrenarnos” en el perdón en la infancia. A veces incluso antes de comprender realmente que el otro tiene sentimientos que no debemos herir, o que no es aceptable pegar a los demás. En cierta forma, empieza siendo un mero trámite destinado a mantener la paz social. No nos dejamos el alma en ello, solo queremos seguir adelante.
Sin embargo, el desarrollo natural del niño le lleva a comprender que sí, que definitivamente el otro piensa y siente de manera diferente a nosotros. Podemos intuir lo que el otro siente, ponernos en su lugar, comprender sus emociones. Este es el surgimiento de la empatía, absolutamente necesaria para vivir en sociedad.
Con el paso de los años las cosas van complicándose y el perdón pasa a ser algo que tiene que ver más con nosotros mismos que con quien nos ha ofendido. En la vida adulta, las peticiones de perdón son menos explícitas y no siempre se dan, aunque pueden herirnos de formas muy diversas.
Dejando a un lado lo que significa hacer daño al otro, con o sin intención, vamos a explorar un poco más qué significa realmente perdonar para un adulto y qué consecuencias tiene para su vida.
EL PERDÓN MÁS CIENTÍFICO
Enright, investigador del perdón en psicología, podemos definir este como “el deseo de abandonar el derecho al resentimiento, al juicio negativo y a la conducta indiferente hacia quien nos ha herido injustamente, a la vez que se fomentan las cualidades de la compasión, la generosidad e incluso el amor hacia él o ella”. Por lo tanto, perdonar es desear zanjar una situación en la que nos reconocemos como tratados injustamente. Y lo hacemos poniéndonos en el lugar del otro y potenciando cualidades positivas de nosotros mismos.
¿QUÉ TIENE QUE OCURRIR PARA QUE PERDONEMOS?
Parece una obviedad pero, en primer lugar, debemos reconocer que nos han hecho daño, que hemos sido violentados o maltratados. Reconocemos lo que ha sucedido y no nos lo ocultamos a nosotros mismos. Si no escapamos a lo que realmente sentimos no se nos quedará atragantado y nos dará problemas en el futuro.
Otro punto debería ser considerar mirar las cosas como lo ha hecho la persona que nos ha ofendido. Puede que en un primer momento no podamos encontrar una explicación convincente, pero quizá logremos empatizar con el otro y comprender qué le movió.
Por último podemos reflexionar sobre nuestra propia conducta y qué papel tuvo en la ofensa. También podemos recordar situaciones en las que hemos necesitado del perdón de los demás y hemos agradecido tenerlo.
SALIR GANANDO
Ser una persona capaz de perdonar y practicar el perdón se ha relacionado con una mejor salud. Las investigaciones demuestran que las personas que perdonan experimentan incrementos en su autoestima y en su esperanza. También hay efectos significativos sobre el estrés, la presión sanguínea y los niveles de tensión arterial y tasa cardiaca.
En definitiva, el perdón es una forma de combatir el estrés y afrontar una situación de agravio que tiene efectos positivos para nuestra salud y para nuestro estado mental.
En resumen, el perdón tiene que ver más con la relación que queremos con nosotros mismos que con los demás y las ofensas que hayan podido hacernos. Supone un nuevo punto de partida y nos reconcilia con el mundo. Los beneficios de perdonar se extienden más allá del aquí y el ahora y afectan a nuestra salud y a nuestra estima.
Elena Sánchez- Porro Frías e Irene Albert Cebriá.
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