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PARTE 1 – ¿Cuál es el origen de mi adicción? ¿Cómo son los AA?
¿Eres adicto a la aprobación? ¿Al aplauso? Hoy lo sabrás. Y, es que no es tanto al aplauso, pero sí a que a este tipo de personas les digan lo bien que hacen las cosas, lo buenos que son y que les den palmaditas en la espalda constantemente. A todos nos gusta que nos reconozcan por ejemplo nuestro trabajo, pero una cosa es esa y otra que nos lleguemos a sentir mal si no lo tenemos o que se derrumbe la imagen que tenemos de nosotros mismos. Son personas que frecuentemente preguntan: “¿Está bien así? ¿Vamos bien en la relación? ¿Te gusta, seguro?” Son preguntas que al principio se responden sin problema, pero que pasado un tiempo cansan y hartan a los demás.
Uno de los problemas de los adictos a la aprobación (AA), es que confunden aceptación con aprobación. Uno acepta lo que hay, te gusta o no te gusta. Pero aprobar es pasar un tipo de prueba para medir un comportamiento o el desempeño de algo en un momento determinado; en este último caso, no depende tanto del que juzga sino de las cualidades del que es juzgado. Por ejemplo, hiciste un examen y lo aprobaste, pero aprobaste no por quien corregía tu examen sino por los conocimientos que sabias, es decir la aprobación tiene que ver más con las conductas que con las personas.
Puede ocurrir que aceptes a alguien pero no apruebes sus conductas (“acepto a mi hermano, le quiero, pero no apruebo que pesque”). Los AA creen que los que están sometidos a aprobación son ellos, cuando realmente de lo que tienen miedo es de ser aceptados o rechazados por alguien. También puede ocurrir: que no aceptes a alguien, pero que le apruebes (“Me cae mal mi vecino, no le acepto, pero apruebo la conducta que tuvo cuando ayudó a mi madre a cruzar de acera”).
¿Porqué buscamos ser aprobados entonces? Ya desde pequeños nuestros padres son nuestros espejos. A través de sus gestos y expresiones sabemos si lo estamos haciendo mal o bien. Si veo que mis padres ponen buena cara con algo que hago, pienso que está bien lo que hice, mientras que si veo que se enfadan, pienso que está mal lo que hice. Pero si todo el tiempo me regañan, me cuestionan, son muy demandantes, etc. ya no pienso que está mal lo que hago, sino que el que está mal soy yo. Empiezo a pensar que tengo que hacer algo concreto para que me quieran, que ya no basta conmigo como persona, sino que depende de una acción en concreto. A esto se le conoce como aceptación condicional. En la aceptación incondicional, sin embargo dices: bueno, podré meter la pata, pero me quieren por como soy. Las personas que empiezan a tener esta distorsión en la aprobación, empiezan a pensar que algo deben hacer para que las quieran, que deben dar gusto a los demás.
A medida que vamos creciendo, empezamos a darnos cuenta que somos valiosos y podemos ser queridos a pesar de nuestros errores. Pero las personas que crecieron bajo el esquema anteriormente descrito de forma rígida, empiezan a tener lo que se conoce como fusión cognitiva: crees al 100% lo que dice tu mente y crees que es totalmente real. En tu mente tienes que todo lo que haces importa tanto, que si te equivocas la gente te va a rechazar. Esta fusión cognitiva hace que no cuestiones lo que tu mente dice y te lleve a creer que: constantemente estas siendo evaluado, que a todo el mundo le importa lo que haces, crees ser el centro de atención y que todo lo que haces es súper importante para la humanidad. Por tanto como todo el mundo te ve, tienes que ser perfecto y nunca es suficiente lo que haces.
Esta forma de pensar provoca que comiences solo a percibir señales de aprobación y desaprobación en los demás. Empiezas a fijarte con mayor intensidad y a analizar cada gesto, cada mirada y mueca que te hacen.
Otra cosa que les sucede a los AA, es que siempre se están comparando con otros y normalmente se siente un fraude. Los demás siempre son los más: más divertidos, más amables, más cariñosos y además piensan que la gente a la que quieren están mejor con otros que con ellos, porque ellos meten la pata constantemente.
Los AA todo lo quieren hacer perfecto, quieren que las personas que están con ellos siempre sonrían y se diviertan, porque los AA se atribuyen los estados de tristeza, enfado… de los demás, además de sentirse responsables de la felicidad de los demás.
A los AA les cuesta encontrar la seguridad en sí mismos y necesitan frecuentemente espejos en los que verse (como cuando eran niños). En casos graves, sucede por ejemplo que van por la calle mirándose en cada espejo, escaparate, retrovisor para buscarse, así como analizando la expresión de cada transeúnte (sin sonríen, si fruncen el ceño…) con el objetivo de buscar aprobación o desaprobación. Esto ocurre porque realmente son los AA los que no se aprueban a sí mismos y por eso buscan espejos, confirmando su pensamiento de que la gente no les quiere. Esa sensación de rechazo no se acaba y sienten que no importa lo que hagan por los demás que siempre van a ser rechazados por no dar la talla suficiente.
¿Eres tu máximo inquisidor/a? Piensa en lo que os hemos contado hoy y continuaremos en el próximo post con el mismo tema profundizando y buscando soluciones.
PSICOLOGÍA CLAVE: Elena Sánchez-Porro Frías e Irene Albert Cebriá
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