No es habitual ver llorar al presidente de un país y si además es el más poderoso del mundo, aún extraña más. Pero el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, lloró ante los presentes que acudieron, el pasado martes, para anunciar sus medidas para el control de las armas de fuego, en su país.
El presidente recordó a la veintena de niños que murieron en diciembre de 2012, durante el tiroteo en el escuela Newtown en Connecticut y en ese momento no pudo contener las lagrimas.
El presidente ha sido aplaudido por unos y criticado por otros, que han llegado a decir que eran “lagrimas de cocodrilo”, pero lo que nadie puede negar, es que anualmente en Estados Unidos, mueren alrededor de 32.000 ciudadanos, con la intervención de las armas de fuego.
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